miércoles, 25 de septiembre de 2013

ALEJANDRO ARMENGOL: CUBANOS ALCOHÓLICOS NO ANÓNIMOS--EL NUEVO HERALD--23--09--13--

ALEJANDRO ARMENGOL: Cubanos alcohólicos no anónimos EL NUEVO HERALD--23--09--2013-- El gobierno cubano acaba de declararle la guerra al alcoholismo. El programa Mesa Redonda Informativa, de la Televisión Cubana, ha iniciado una serie sobre las causas, consecuencias, actitudes y comportamientos nocivos que se vinculan al consumo excesivo de bebidas alcohólicas. Los cubanos ya no son alcohólicos anónimos: salen en la tediosa Mesa Redonda. Detrás hay un problema más grave: el deterioro social y económico que en ocasiones lleva al consumo de bebidas alcohólicas adulteradas, como en un caso reciente en La Habana, donde 80 personas se intoxicaron –entre ellas una niña de dos años y medio debido a la leche del pecho de su madre, una de las bebedoras– y 12 murieron. Sacar a relucir el alcoholismo es simplemente hablar solo de parte del problema. Como cuando el gobernante Raúl Castro se refirió a las malas costumbres que imperan actualmente en la población de la isla, el carácter soez, la chusmería, la falta de educación y la baja moral. En última instancia, es parte del juego del régimen. Si la prensa en Cuba trata el asunto ahora, es porque al parecer ha encontrado una respuesta al llamado de ser más crítica, a tratar los problemas existentes y no referirse solo a un panorama idílico de cumplimiento de metas y consignas al uso. Es tomar al pie de la letra lo expresado por el primer vicepresidente del Consejo de Estado, Miguel Díaz-Canel, cuando calificó de “quimera imposible” prohibir la circulación de noticias cuando estas pueden llegar a la opinión pública a través de redes sociales y páginas en internet. Así que las noticias sobre el problema del alcoholismo de pronto han adquirido luz verde. Por supuesto que el problema existe. Comenzó a agudizarse durante el llamado “Período Especial”, que es evidente no ha concluido. Lo que ejemplifica es que a la escasez –imperante en mayor o menor medida desde el 1 de enero de 1959– se ha añadido una miseria creciente. Durante décadas resultó imposible comprar en Cuba –en establecimiento alguno salvo los reservados a extranjeros y con venta en divisas– una botella de ron nacional. Eso para no hablar de bebidas extranjeras. Si acaso la botella ocasional de vino procedente de algún país con una alianza política de moda –del campo socialista o en su momento de Chile– y el socorrido vodka que aparecía en los convites con los técnicos y asesores soviéticos. Si no una literatura, hay al menos una nomenclatura de residuos de nombres exóticos –mejor sería llamar rastrojos– que fueron apareciendo con el tiempo: “Chispa’e tren”, “Salta pa tras” y muchos más que se sumaron al benigno vino “Pancho el bravo” que ofrecían las “pilotos” –unos locales mugrientos creados alrededor del fracaso de “la zafra de los diez millones”– y al aligeramiento de los excesos de la “ofensiva revolucionaria”. Todo ello no fue más que consecuencia de otro fracaso: esa especie de “ley seca” que imperó durante la “ofensiva” y donde el consumo de alcohol se limitaba a una cerveza por comida y si acaso un coctel o un jaibol en un restaurante Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2013/09/23/1571916/alejandro-armengol-cubanos-alcoholicos.html#storylink=cpy

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