Preguntas, Documental de Historia
Buenas
noches, Sr. Victor Gruber.
Hace un par de
semanas lo habíamos contactado para que nos ayudara en la realización de
nuestro documental final para la materia de Historia de Venezuela, respondiendo
unas preguntas, sobre el Culto a
Bolívar somos el grupo de estudiantes de III año de Comunicación Social
de la Universidad Monte Ávila. Gabriela
Gómez se comunicó con usted anteriormente y se planteó el enviarle las
preguntas en un documento, las cuales usted sin problema respondería.
A continuación
anexo el documento con las preguntas.
Esperamos su
respuesta, de ante mano Muchas gracias.
Samanta Andrades, Mariana Betancourt, Stefany Cornejo, Gabriela Gómez. Elismar Plata
Jose Carlos
OchoA
SEGUIMOS CON LA PREGUNTA NO.3
1. ¿Cómo cree usted que han utilizado la imagen de Bolívar en los periodos presidenciales?
Respuesta de Victor Manuel Gruber de F, Lic. en
Historia, UCV, 1976:
PRIMERA PARTE
Podemos afirmar que la imagen del Libertador ha sido usada casi para todo los usos o fines: Los muy buenos, buenos, regulares, malos, y malísimos. Antes de 1830 en la vida del Libertador, y después de su muerte, hasta los momentos actuales (2014). En Venezuela, Latinoamérica, el Caribe, y el resto del mundo.
Referencias a los autores:
Comentario de vmgf: Totalmente de acuerdo con la exposición, hasta ahora. Seguimos:
c) El personaje histórico es tratado como un simple «paciente», como un objeto de diagnóstico y análisis sicológico. Esta variante es a menudo caricaturizada como si se tratase del único método de la psicohistoria. Si bien es un método limitado, que presenta riesgos y peligros, especialmente cuando no se tiene acceso a fuentes autobiográficas, es también muy útil cuando se trata de aportar informaciones acerca de rasgos o particularidades de la personalidad. El segundo tipo de enfoque consiste en el tratamiento de la cultura, el carácter nacional, las tradiciones, los valores y la conducta de grupo, a través de la investigación de sentimientos humanos específicos, fantasías compartidas, ritos y experiencias comunes, a través de un período histórico de cierta extensión. El tercer tipo de enfoque, en fin, se refiere a aquellos trabajos de naturaleza más bien teórica que comparan, por ejemplo, las similitudes entre el procedimiento sicoanalítico y la actividad reflexiva del historiador, así como la importancia dual de los conceptos teóricos. La mayor parte de la investigación psicohistórica se ha concentrado en el primer tipo de enfoque: el personaje más que el acontecimiento. En cierto sentido, lapsicohistoria ha estado implícita en toda historia biográfica, usándose a menudo una sicología de sentido común. Un prerrequisito fundamental de este modo de hacer historia biográfica es, sin duda, el acceso a suficiente material documental privado (diario de vida, correspondencia íntima o relatos confiables de testigos oculares), sin el cual no se puede romper la barrera censora del material público u oficial relativo al personaje histórico estudiado. En estas notas rechazaremos la psicobiografía, a la cual no consideramos una línea fructífera de investigación, en parte porque no hay suficiente documentación accesible acerca de los pensamientos privados de Bolivar en los distintos períodos de su vida. Para todo propósito y en todos los sentidos, Bolívar fue un hombre público, un producto, hacedor y propagador de una imagen. Y es fundamentalmente esa imagen, ese mito, esta particular versión dela figura del caudillo, lo que deseamos ver a través de nuestros «lentes psicohistóricos». Hemos decidido, pues, indagar en las representaciones simbólicas acerca de Bolívar y el culto a Bolívar, para dejar planteadas algunas ideas acerca de su significado sicológico, político e histórico”
Comentario de vmgf: Totalmente de acuerdo hasta ahora. Seguimos:
Comentario de vmgf: Sin discrepancias
hasta ahora. Seguimos.
Comentario de vmgf: Hasta ahora no hay divergencias. Seguimos.
7) “II. La imagen y la función del
PadreAl abordar la existencia sicológica de Bolívar en la historia y en la
política, conviene tener presente algunos hechos que no son objeto de estas
notas, pero que de un modo u otro influirán en nuestras observaciones: la
existencia histórica y política de Simón Bolívar es un hecho sicológico para el
mismo Bolívar; las relaciones que él establece con su propio yo tienen por lo
demás su propia historia y su propio desarrollo, y forman parte de ese
apasionante campo de estudios que más de un historiador ha intentado recorrer y
escudriñar para aproximarse a la «sicología del Libertador»; y por otra parte,
la «historia clínica» de tal sicología puede ser ampliamente documentada y
científicamente discutida, a partir de las circunstancias objetivas en que fue
modelado este «caso» sicológico (la temprana pérdida de la madre, la presencia
de la tuberculosis en la primera infancia, la particular relación con el padre,
con el tío y con los maestros, la evolución de sus relaciones con la mujer —o
con las mujeres—, los accesos de delirio y sus características sicosomáticas,
la influencia de su enfermedad sobre la psiquis, el ciclo evolutivo de su temperamento,
etc.). Bolívar no es, de ninguna manera, un ser «normal»: su más notable
«anomalía» es, desde luego, esa combinación de talento y cualidades
temperamentales y morales que se llama grandeza en la terminología de la
historia clásica. Pero él es anormal también en un sentido médico, es un
enfermo, y su enfermedad es una combinación sicosomática de sus dolencias
físicas (particularmente la tuberculosis) y de ciertas afecciones de la
personalidad cuya naturaleza, repetimos, no estudiaremos aquí. Lo que importa
es señalar que las anomalías de Bolívar —no importa cuál sea su diagnóstico— no
son ajenas a la imagen que en torno a Bolívar crean sus contemporáneos y las
gentes de las generaciones posteriores. Así por ejemplo, el delirio sobre el
Chimborazo, presentado por el mismo Bolívar como una manifestación febril de su
angustia por los destinos de América, será considerado por muchos historiadores
y políticos como una visión profética —una especie de «trance» de clarividencia
y premonición— que es inherente, ya a la revelación divina, ya a las
características innatas del genio revolucionario. Un delirio es un delirio, sin
embargo; y si preferimos dejar para otra ocasión el análisis sicológico de este
momento crítico de la salud física y mental del Libertador, es precisamente
porque nos interesa concentrar nuestra atención en el otro aspecto del
problema: el de por qué y cómo este delirio se convierte en símbolo, en imagen,
en instrumento político, en arma de combate y, caso extremo, en premisa
ideológica para la construcción de una conciencia nacional latinoamericana. «Vuestra
gloria crecerá con los siglos como crecen las sombras cuando el sol declina»,
exclamó ante Bolívar el cura Choquehuanca, y más tarde José Martí, en admirable
síntesis, nos explicó por qué”…
Comentario de vmgf:
Independientemente o de la validez, o no validez, del enfoque psicoanalítico de este párrafo:
---
“Hacer está hasta hoy; porque Bolívar tiene que hacer en América todavía». Y
esto es verdad: la América Latina necesita hoy de libertad y de Libertadores,
de Justicia y de brazos justicieros, de un destino nacional y de hombres
dispuestos a construir ese destino. Tales cosas están pendientes todavía en ese
continente. Pero también, para millones de individuos, para partidos políticos
y grupos sociales, tienen todavía que hacer en la historia de la sociedad y en
la relación del hombre con su porvenir, el Padre y la imagen del Padre, la
Espada y lo que ella simboliza y evoca, y el Poder como meta irrealizada,
temible y apetecible al mismo tiempo. El Padre, la Espada y el Poder: tres
categorías diferentes en una sola persona histórica: Simón Bolívar”---
Al autor, o a los autores, solamente les
faltó citar las frases favoritas de algunos seguidores de Chávez: “Alerta que
camina la espada de Bolívar por América Latina”--- Y la versión opositora era : “Alerta que
camina la chequera petrolera por América Latina”. Además hay que recordar que
Chávez “rescató” de las bóvedas del Banco central de Venezuela la famosa y
bella Espada de Bolívar, regalada por el Congreso del Perú, que el extinto
enarbolaba amenazante, constantemente, amenazando a sus opositores, y al “imperialismo”;
también sus carísimas “réplicas” fueron otorgadas a feroces dictadores del
mundo entero, en contraste absoluto con su simbología libertadora.
“Espada del Perú
Obsequiada en 1825, -después de la victoria de Junín y Ayacucho- al Libertador, por la municipalidad de Lima, y con una medida de una vara y siete pulgadas de largo, la espada del Perú es sin duda, uno de los recursos históricos más notables que posee la América meridional”
Obsequiada en 1825, -después de la victoria de Junín y Ayacucho- al Libertador, por la municipalidad de Lima, y con una medida de una vara y siete pulgadas de largo, la espada del Perú es sin duda, uno de los recursos históricos más notables que posee la América meridional”
El presidente Hugo Chávez ha entregado al menos 18 copias de la espada
del Libertador a mandatarios extranjeros, honor que tradicionalmente se
reservaba a los militares cuando ascendían a general de brigada.
Muammar Gaddaffi, presidente de Libia, fue el último gobernante que recibió el obsequio, durante una ceremonia celebrada el lunes de esta semana en Miraflores, donde también se le impuso el collar de la Orden del Libertador.
El hecho ha levantado polémica, ya que se suma a otras entregas a líderes de países cuestionados por su falta de democracia.
Mandatarios de Haití, Chile, Brasil (Fernando Enrique Cardoso y Lula Da Silva), Ecuador, Argelia, Indonesia, Irán, Nigeria, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Irak y Kuwait han recibido copias de la espada. Pero las entregas más polémicas han sido las hechas a los presidentes Robert Mugabe (Zimbabue), Raúl Castro (Cuba) y Libia (Muammar Gadaffi, cuyo representante la recibió en el año 2000.
El general Raúl Salazar, ex ministro de la Defensa, recordó que la réplica se entregaba a los generales en ascenso, pero también la obsequiaban los mandatarios de gobiernos anteriores. 'Se daba como símbolo de mando y como demostración de amistad', dice.
'La polémica ahora es porque hay que considerar bien a quién se le entrega. En los últimos casos, ha sido a personas reconocidas en el mundo como dictadores, como Mugabe y Gaddaffi', precisa Salazar.
El ex embajador Fernando Gerbasi afirma que la iniciativa de entregar la réplica no era muy frecuente en el pasado.
'Entregarla a presidentes es más bien un invento de este gobierno', afirma.
El diplomático añade que la frecuencia con que Chávez otorga la copia de la espada revela que hay 'poco control' en la materia. Al contrario de la espada, las más importantes condecoraciones que otorga el Ejecutivo están normadas cada una por una ley.
La máxima entre ellas es el Collar de la Orden del Libertador, que se impone también a gobernantes extranjeros. El presidente de Rusia, Sergei Medvedev, fue uno de ellos, así como Mijail Kalashinikov, el general ruso creador del fusil kalashnikov, del cual el gobierno ha comprado 100 mil ejemplares.
Muammar Gaddaffi, presidente de Libia, fue el último gobernante que recibió el obsequio, durante una ceremonia celebrada el lunes de esta semana en Miraflores, donde también se le impuso el collar de la Orden del Libertador.
El hecho ha levantado polémica, ya que se suma a otras entregas a líderes de países cuestionados por su falta de democracia.
Mandatarios de Haití, Chile, Brasil (Fernando Enrique Cardoso y Lula Da Silva), Ecuador, Argelia, Indonesia, Irán, Nigeria, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Irak y Kuwait han recibido copias de la espada. Pero las entregas más polémicas han sido las hechas a los presidentes Robert Mugabe (Zimbabue), Raúl Castro (Cuba) y Libia (Muammar Gadaffi, cuyo representante la recibió en el año 2000.
El general Raúl Salazar, ex ministro de la Defensa, recordó que la réplica se entregaba a los generales en ascenso, pero también la obsequiaban los mandatarios de gobiernos anteriores. 'Se daba como símbolo de mando y como demostración de amistad', dice.
'La polémica ahora es porque hay que considerar bien a quién se le entrega. En los últimos casos, ha sido a personas reconocidas en el mundo como dictadores, como Mugabe y Gaddaffi', precisa Salazar.
El ex embajador Fernando Gerbasi afirma que la iniciativa de entregar la réplica no era muy frecuente en el pasado.
'Entregarla a presidentes es más bien un invento de este gobierno', afirma.
El diplomático añade que la frecuencia con que Chávez otorga la copia de la espada revela que hay 'poco control' en la materia. Al contrario de la espada, las más importantes condecoraciones que otorga el Ejecutivo están normadas cada una por una ley.
La máxima entre ellas es el Collar de la Orden del Libertador, que se impone también a gobernantes extranjeros. El presidente de Rusia, Sergei Medvedev, fue uno de ellos, así como Mijail Kalashinikov, el general ruso creador del fusil kalashnikov, del cual el gobierno ha comprado 100 mil ejemplares.
FINAL DE LA PRIMERA PARTE DE LA RESPUESTA A LA PREGUNTA NO.3
10) “Introyectivo, fascinador, y se inicia el proceso de la
identificación sobre una nueva base: los dos miembros de la relación (padre e
hijo) se han perdido recíprocamente, ya no existen el uno para el otro, y el
primero se erige como una realidad diferente y ajena, superior y distante,
realidad sicológica que es una construcción simbólica del segundo. Ahora
bien, la relación entre la función paterna y la representación del Poder es íntima
y estrecha. La primera es la condición de posibilidad para que exista la segunda,
ya que ésta se construye, obviamente, gracias a la existencia defunciones del
psiquismo que permiten la existencia de la representación. Pero, a su vez, la
representación que cada sujeto se hace del padre y del poder, es capaz de
influir en sus funciones síquicas y físicas: la función es modificada por la significación
que adquiere al ser representada en el psiquismo, esto é al entrar a formar
parte de la representación. El sujeto se constituye, se mantiene, se reconoce
a sí mismo —parcialmente almenos—, a través de su identificación con la
imagen del otro (es decir, del padre y del poder). Usamos la palabra del en
un doble sentido. Primero, queremos decir: a imagen y semejanza de cómo el
padre y el poder («el otro») se presentan o están representados para el
sujeto que se identifica con ellos, con ese «otro»; y aquí tenemos en cuenta,
también, que esa imagen del padre y del poder es, o puede ser, la imagen que
el padre y el poder tienen de sí mismos y que el sujeto que se identifica con
ellos acepta como tal. En este caso el sujeto se construye por identificación
con la representación del otro. Y, segundo, el término del puede tener
también el sentido de que el sujeto se constituye sobre la base de la imagen
que el otro tiene de él y que de este modo lo identifica como sujeto. El otro
ve al sujeto de determinada manera, y el sujeto se identifica con esta
imagen. Tal proceso es posible porque en la psiquis del sujeto existen,
asociadas de múltiples formas con la imagen del padre, las imágenes,
discursos, prácticas, signos y representaciones acerca del papel que los
guías; conductores, líderes y jefes juegan en el proceso social; esas formas
de asociación, que proveen el material fantástico sobre el cual los
individuos y los pueblos construyen el mito acerca de sí mismos y de sus
«padres», pueden variar, y de hecho varían, según las diferencias culturales,
éticas, religiosas, estéticas, políticas y económicas que dan cuenta de la
coyuntura particular en que cada proceso social tiene lugar. Es de hacer
notar, por último, que la función del padre y del poder se evoca a menudo
sobre la base de un personaje y sus accesorios histórico-personales: la espada,
el bastón, el libro de la ley, el vestuario, el gesto y la pose, el caballo,
la frase que lo identifica, el título. Se crea así un montaje teatral,
dramático, que subraya la fuerza y la virilidad del símbolo y que remite la
función del padre y del poder”…
Comentario de vmgf: Por ahora no
hay comentarios. Seguimos.
11) … y del poder a esos atributos externos, a esos velos, a esos elementos representativos.
¿De qué modo se han identificado las gentes con ese Padre, con su poder, y
con su representación del poder? ¿De qué modo se identificaban con la imagen
que Bolívar tenía de sí mismo y que él quería reproducir y perpetuar? ¿Cuál
era esta imagen? ¿De qué modo, en fin, se identificaban ellos con la imagen
que Bolívar tenía acerca de ellos, de su identidad y de su destino? ¿Cuál ha
sido la evolución de estas representaciones y sentimientos, y cuál ha sido la
suerte de la espada, el más importarte de los accesorios simbólicos de este
Padre? Tales son algunas delas cuestiones que discutiremos a lo largo de
estas notas. III. El símbolo en la trama del Poder Acaso pudiéramos comenzar
—como en aquellos cuentos de García Márquez en que el relato se inicia por su
desenlace— recordando algunas situaciones producidas durante los últimos
meses de vida de Simón Bolívar. Poco antes de su alejamiento definitivo del
poder, el Libertador se ve sometido a la acción de las potentes fuerzas políticas
y sociales que se mueven en el caos original de la república. Sus amigos y
partidarios constituyen una muchedumbre heterogénea e indisciplinada,
sacudida por conflictos internos y luchas intestinas, pero más o menos
cohesionada por la ambición del poder y por muchas otras ambiciones cuya
legitimidad o ilegitimidad no es del caso discutir. Entre las huestes
bolivarianas —tal vez fuera mejor decir bolivaristas, para acoger a quienes
usan el nombre de Bolívar para fines diferentes de los que plantea la concepción
bolivariana de la historia y de la política— están las camarillas militares,
los legionarios extranjeros, los soldados sufridos y harapientos que tantas
brillantes campañas han hecho bajo las órdenes del Libertador, y una
abigarrada masa de políticos civiles, unos llenos de talento y de fuerzas
morales, otros oportunistas y bellacos, mediocres y arribistas. Héroes y
traidores, seres luminosos como Sucre y taimados como Montilla: de todo hay entre
las gentes que apoyan al régimen bolivarista. Los enemigos y adversarios de
Bolívar no son mejores. En este campo también hay de todo. Incluso el
reducido grupo de conspiradores que acaba de intentar el asesinato del
Libertador, es heterogéneo y tiene contradicciones internas. Luis Vargas
Tejada y Florentino González parecen ser dos polos opuestos, no solamente por
sus concepciones políticas y económicas, sino además por su estilo, por su
conducta moral y por sus cualidades temperamentales. Pero tanto el uno como
el otro odian el militarismo, son civilistas, aborrecen el paternalismo
bolivariano, rechazan y temen toda forma, abierta o encubierta de autocracia
y se sienten —como muchos otros ciudadanos— mucho más protegidos y
representados bajo la sombra de otro Padre: el general Francisco de Paula Santander”…
Comentario de vmgf: No hay comentarios por ahora. Seguimos.
FIN DE LA PRIMERA PARTE DE LA PREGUNTA N0.3
FUENTE PRINCIPAL: http://www.slideshare.net/cvidales/el-padre-la-espada-y-el-poder
FUENTES SECUNDARIAS:
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