Imperio de la chusma
El problema no es la gente sino la manera y ejemplo con que
se les gobierna
ANTONIO A. HERRERA-VAILLANT | EL UNIVERSAL
jueves 12 de junio de 2014 12:00
AM
Mucha gente pensante anonadada por el 31%
de apoyo que aún parece apoyar la actual aberración, la explica con someras
teorías económicas y sociales, como si fuésemos el único país con altos índices
de marginalidad, corrupción, petróleo -y llega a conclusiones supremamente
injustas con la mayoría productiva y decente de venezolanos.
Olvidan que en 1998 y con un 36.55% de abstención el 56.2% del país votó para castigar a "todo lo anterior" y no por un determinado modelo político. Olvidan también que tan sólo ocho meses antes igual porcentaje apoyaba a la señora Sáez, que nada tiene de "socialista", resentida, ni cosa que se le parezca.
Después, desde un poder avasallante y abusivo se impuso una degradante inversión de valores, montada en expectativas de una gran piñata. Su tema básico es equiparar al noble y diverso pueblo venezolano con la barriobajera chusma que existe en todos los países y en todos los tiempos.
Por la fuerza y a lo largo de quince años se ha desatado una avalancha de desinformación y malos ejemplos que exaltan la ignorancia, la ineptitud, el desaliño y la vulgaridad.
La soez conducta de gobernantes que actúan como arrogantes guapos de barrio induce a la turba a creer que la vulgaridad y la delincuencia son "cool", y se proyecta la idea que todo el pueblo venezolano es morralla.
Frases como "aquí el pueblo es así" para explicar la degradación del país son injustas e inexactas, pues por más que las sociedades difieren en costumbres, tradiciones e historia, todo ser humano nace con su potencial de progreso.
El problema no es la gente sino la manera y ejemplo con que se les gobierna.
Millones de personas de muy modestos orígenes en sitios donde suelen ser descalificados como "flojos" o "irresponsables", se trasladan luego a naciones donde existen mejores modelos de gobierno y allí prosperan -a veces ejemplarmente.
Esas hordas de insolente presencia y plata fácil no son la gran mayoría de un pueblo cuyo irreprimible afán de superación y progreso, más la desilusión con el espejismo que a tantos engañó, ya toca casi un 70% de la población.
Venezuela lleva décadas forjando una sólida y numerosa clase media -entendiendo como tal una actitud ante la vida más allá de la simple medición economicista.
Por eso el imperio de la chusma será siempre efímero y los ejemplos de civismo y coraje de quienes luchan por la democracia no caerán en saco roto. Son puntos de referencia para la regeneración de una sociedad que pronto rescatará el digno gentilicio de autoestima y decencia del verdadero pueblo que somos todos.
Olvidan que en 1998 y con un 36.55% de abstención el 56.2% del país votó para castigar a "todo lo anterior" y no por un determinado modelo político. Olvidan también que tan sólo ocho meses antes igual porcentaje apoyaba a la señora Sáez, que nada tiene de "socialista", resentida, ni cosa que se le parezca.
Después, desde un poder avasallante y abusivo se impuso una degradante inversión de valores, montada en expectativas de una gran piñata. Su tema básico es equiparar al noble y diverso pueblo venezolano con la barriobajera chusma que existe en todos los países y en todos los tiempos.
Por la fuerza y a lo largo de quince años se ha desatado una avalancha de desinformación y malos ejemplos que exaltan la ignorancia, la ineptitud, el desaliño y la vulgaridad.
La soez conducta de gobernantes que actúan como arrogantes guapos de barrio induce a la turba a creer que la vulgaridad y la delincuencia son "cool", y se proyecta la idea que todo el pueblo venezolano es morralla.
Frases como "aquí el pueblo es así" para explicar la degradación del país son injustas e inexactas, pues por más que las sociedades difieren en costumbres, tradiciones e historia, todo ser humano nace con su potencial de progreso.
El problema no es la gente sino la manera y ejemplo con que se les gobierna.
Millones de personas de muy modestos orígenes en sitios donde suelen ser descalificados como "flojos" o "irresponsables", se trasladan luego a naciones donde existen mejores modelos de gobierno y allí prosperan -a veces ejemplarmente.
Esas hordas de insolente presencia y plata fácil no son la gran mayoría de un pueblo cuyo irreprimible afán de superación y progreso, más la desilusión con el espejismo que a tantos engañó, ya toca casi un 70% de la población.
Venezuela lleva décadas forjando una sólida y numerosa clase media -entendiendo como tal una actitud ante la vida más allá de la simple medición economicista.
Por eso el imperio de la chusma será siempre efímero y los ejemplos de civismo y coraje de quienes luchan por la democracia no caerán en saco roto. Son puntos de referencia para la regeneración de una sociedad que pronto rescatará el digno gentilicio de autoestima y decencia del verdadero pueblo que somos todos.
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