martes, 15 de abril de 2014

MIREYA LOZADA: VIOLENCIA POLÍTICA Y POLARIZACIÓN SOCIAL---EN ANALÍTICA.COM--CARACAS, 09--06--2002--


Un diálogo por la inclusión social y la profundización de la democracia
Violencia política y polarización social: desafíos y alternativas
--(Publicado en Analítica.com: Bitbiblioteca)--
Mireya LozadaInstituto de Psicología. Universidad Central de Venezuela
mlozada@reacciun.ve

Conferencia dictada en el Centro de Estudios Latinoamericanos «Rómulo Gallegos» (CELARG), Caracas, 9 de junio de 2002
 
Documentos sobre los sucesos de abril de 2002 en Venezuela
La profunda crisis sociopolítica y económica y la polarización que hoy vive Venezuela ofrecen un panorama nada alentador y poco favorable a la construcción de espacios de tolerancia y convivencia democrática. Sin embargo, es ese uno de nuestros mayores desafíos: la construcción de espacios de diálogo y la búsqueda de alternativas democráticas a la crisis.
Sin detallar la multicausalidad histórica de esta crisis, ni los factores de profundización del conflicto luego de los trágicos sucesos de abril, se plantean acá algunas reflexiones que hacen énfasis en los procesos psicosociales que impiden o favorecen el diálogo.
Ofrecer algunas alternativas de respuesta a esta compleja situación desde la perspectiva de la psicología social, exige reconocer la creciente polarización social y el proceso de naturalización de la violencia que se viene produciendo en el país.

La polarización social

La polarización social puede ser entendida psicológicamente como:
  • Estrechamiento del campo perceptivo (percepción estereotipada: «nosotros-ellos»).
  • Fuerte carga emocional (aceptación y rechazo sin matices).
  • Involucramiento personal (cualquier hecho afecta a la persona).
  • Quiebre del sentido común (posiciones rígidas e intolerantes suplantan la discusión, el diálogo o debate de posiciones diversas).
  • Familias, escuela, iglesias, u otros espacios sociales de convivencia son obligados a colocarse en alguno de los polos.
  • Personas, grupos e instituciones sostienen las mismas actitudes de exclusión, rigidez o enfrentamiento presentes en la lucha política.
  • La confrontación aumenta la solidaridad y cohesión dentro de cada grupo.
  • La percepción mutua es desfavorable, las interacciones hostiles o inexistentes, el conflicto latente o manifiesto.

La naturalización de la violencia: la transformación del imaginario social

En el actual conflicto venezolano se viene produciendo una transformación del imaginario social referido al espíritu de convivencia que ha caracterizado a los venezolanos en las últimas décadas. Ante la actual situación de polarización y violencia política, la población sufre un proceso de cambios que afectan su vida, asumiendo como normal, por habitual, lo que no lo es. Ante la avalancha de sucesos de agresión, muerte y destrucción material o simbólica se transforma en cotidiana la violencia, y en este proceso de internalización y naturalización, se trastoca tanto la identidad del individuo como sus relaciones sociales.
Así, cada sector incrementa su hermetismo como colectivo, percibiendo a los grupos opuestos políticamente, como posibles enemigos. Ante el temor a ser atacado, el cual es exacerbado por rumores, informaciones falsas, etc., se generan acciones defensivas individuales o de grupos para «atacar» o «salvarse», donde el lema explícito o implícito es: el Otro es el enemigo.
En este clima de conflictividad social se van generando situaciones límites, que cambian nuestros conceptos de solidaridad, justicia, esperanza, paz, verdad, confianza, dignidad, ética. De esta manera puede llegarse a justificar la violación de los derechos humanos, homicidios, tortura, juicios populares o la pena de muerte. Es decir, se legitima el recurso a la violencia como modo de poder y control social y la guerra puede llegar a convertirse en un fin en sí misma.
Ante este contexto, ¿cuáles son los recursos como país, como pueblo con que contamos? ¿Estamos a tiempo de revertir una confrontación que pareciera inevitable?

La democracia como condición para la convivencia

La democracia se establece como una condición a los intentos de conciliar los dos sectores que se presentan como antagónicos y aquel amplio sector de la población que no se reconoce en estas posturas extremas. Solo en democracia, desde su crítica y profundización pueden favorecerse los procesos mediadores y los consensos sociales que permitirían la búsqueda de soluciones a la grave crisis sociopolítica y económica que confronta nuestro país, generando las condiciones para la paz y justicia social que hagan posible la convivencia, el entendimiento, tolerancia y respeto entre diferentes sectores de la sociedad venezolana.
Ello implica que todas las propuestas y la búsqueda de salidas a la crisis deben realizarse en el marco de la institucionalidad democrática, el apego a la Constitución y a los procedimientos que ella establece, incluso para su propia modificación. Se trata de un ejercicio de ciudadanía, de nuestra participación crítica y activa como ciudadanos.

Frente a la polarización y la violencia defendamos el diálogo y la paz

Creemos necesario atender con prioridad los procesos de reconstrucción del tejido social que se ha fracturado como consecuencia del conflicto. Cuatro factores son centrales en este proceso de reconstrucción del tejido social:
  • La despolarización social.
  • La lucha contra la impunidad.
  • La reparación social.
  • La construcción de ciudadanía y cultura de la paz.

La despolarización social

La polarización social juega un importante papel en el mantenimiento y profundización del conflicto político, o en su evolución hacia posturas extremas y rígidas que dificultan su resolución.
¿Cuáles serían entonces las condiciones requeridas para que se produzca la despolarización?:
  • La fatiga de posiciones polarizadas producida por un prolongado conflicto sin «triunfadores».
  • El quiebre de la polarización por choque de esquemas rígidos con la realidad.
  • El sufrimiento personal y colectivo que refleja el elevado costo del conflicto.
Para contribuir a la despolarización, es necesario facilitar algunas claves en la interacción entre los grupos confrontados. Algunas recomendaciones pueden ser útiles:
  • Evitar movimientos de venganza que impiden gestiones conciliadoras.
  • Partir de un programa mínimo realizable y no de la máxima exigencia.
  • Especificar demandas, evitar una escalada de ellas.
  • Respetar reglas de decisión consensuadas.
  • Cambiar la imagen del juego de suma cero a acuerdo posible: todos ganan cuando se coopera.
  • Cambiar la idea a transmitir: no es eliminar el conflicto, sino asumir una visión más realista del mismo y la búsqueda de soluciones desde posiciones menos mediatizadas y polarizadas.
  • Legitimar voces críticas que tengan credibilidad y reconocimiento en los dos polos
  • Promover y difundir experiencias positivas de reencuentro, diálogo o debate entre sectores opuestos políticamente.
El papel de los medios de comunicación es vital en este proceso. Desde una visión autocrítica que reconozca el papel jugado en la polarización social y su sobrerrepresentación mediática, se debe evitar:
  • El uso de estereotipos en la transmisión de imágenes de los grupos en conflicto.
  • La personalización y la puesta en escena de episodios extremos.
  • La difusión de mensajes que contribuyen a exaltar el miedo, el odio, la rabia y la violencia.
  • La retórica de la impotencia y victimismo que alimenta las reacciones de venganza.
  • La utilización con fines comerciales y políticos del sufrimiento de la población o de las víctimas y sus familiares.
Se trata de:
  • Dar la voz a sectores de opinión que sostengan posturas alternativas a la de los bandos en conflicto.
  • Promover otras lecturas y miradas a la situación, llenando de contenido aquello que se ha trivializado y vaciado de sentido.
  • Diversificar los contenidos informativos, descentrando el foco de la atención en el conflicto y ofrecer información relativa a propuestas y alternativas a la crisis.
  • Difundir mensajes que muestren elementos geográficos, culturales, religiosos, etc. que unen y diferencian a los venezolanos y permiten la convivencia democrática, al margen del eje polarizador.

La lucha contra la impunidad

Luchar contra la impunidad supone un largo y difícil camino para obtener el reconocimiento de los hechos ocurridos entre el 11 y 14 de abril, el establecimiento de responsabilidades y las sanciones a que hubiera lugar para cualquiera de los sectores implicados. Para ello se requiere:
  • La aprobación de la ley que dote de funciones, autonomía y capacidad propia a la Comisión de la Verdad.
  • Generar mecanismos de control social y político para la adecuada conducción legal de los procesos que permitirán el ejercicio de la justicia.
  • Creación de grupos de apoyo psicosocial y legal a las afectados y familiares de las víctimas.

Mitigar el daño: la reparación social

En general se habla de «reparación psicosocial» para referirse a compensaciones económicas y educativas, conmemoraciones y monumentos, etc. Pero mitigar el daño se refiere también a la aplicación de medidas que enfrenten las causas del conflicto: pobreza, desempleo, violencia, etc., generando cambios estructurales y/o legislativos. En tal sentido, se trata de
Promover acciones de reparación simbólica en forma de monumentos, libros de testimonios o actos públicos de reconocimiento de responsabilidad, que constituyen más allá de la memoria de los hechos, la reivindicación de la dignidad de las víctimas y sus familiares.
  • Rescatar la gobernabilidad, promoviendo nuevas formas de organización política y consenso social.
  • Incluir en la agenda de discusión las transformaciones socioeconómicas que incidan sobre las condiciones de marginalidad y pobreza que están en el origen del conflicto.
  • Considerar el respeto a los derechos humanos y la búsqueda de la justicia como condiciones en la agenda de la paz, para evitar nuevos fenómenos de exclusión, de violencia e impunidad.

Construcción de ciudadanía y cultura de la paz

Un factor clave en la prevención de futuros conflictos es la sensibilización y la educación en valores de paz en las generaciones jóvenes, las cuales aprenden del conflicto y pueden formular claves de convivencia que sustituyan las de la confrontación. En este sentido es importante:
  • Rescatar el valor de la memoria colectiva que permite recordar lo ocurrido, sus causas y consecuencias, pero también evitar su repetición.
  • Fomentar un discurso público que reconozca los hechos, asumiendo esta memoria como parte de una nueva conciencia social.
  • Propiciar programas de educación ciudadana para las nuevas generaciones, basada en valores de tolerancia, paz y justicia que aboguen por una sociedad democrática más justa e igualitaria.

Otras acciones que contribuyen a la despolarización y a la reconstrucción del tejido social

  • Creación y/o fortalecimiento de espacios de diálogo y redes de apoyo.
  • Generar redes de apoyo entre grupos u organizaciones, que ofrezcan seguridad afectiva y espacios alternativos para el intercambio de posiciones y búsqueda de salidas al margen del esquema polarizador.
  • Creación de espacios de discusión auspiciados por instituciones como la Iglesia, universidades, organizaciones de derechos humanos, ONGs, etc., donde se establezcan acuerdos de diálogo basados en la no descalificación, ni satanización del adversario y se definan mecanismos garantes de la seguridad de las personas y grupos participantes.
  • Proteger los espacios de cohesión y/o encuentro social: familia, escuela, comunidades, ámbitos laborales, y ámbitos de recreación y esparcimiento (restaurantes, salas de concierto, p.e.) de la confrontación política y la polarización.
  • Visibilizar y legitimar opciones alternativas a la polarización, donde grupos y figuras con diferentes posiciones, solvencia moral y credibilidad pública, ofrezcan otras miradas más realistas y menos mediatizadas del conflicto.
  • Dar a conocer y reproducir experiencias locales concretas de diálogo entre sectores con diferentes posiciones políticas, a partir de bases mínimas de consenso.

Difusión e información

  • Visibilizar las acciones a favor del diálogo y la paz y lograr apoyo de personalidades, grupos e instituciones nacionales y extranjeras.
  • Promocionar un tratamiento informativo más plural de las posiciones de distintos sectores de la población respecto al conflicto, por parte de los medios de comunicación tanto privados como públicos.
  • Difundir información acerca del impacto y consecuencias psicosociales, económicas y políticas de la violencia política y la polarización social.
  • Creación de formas de conmemoración o símbolos unificadores que incluyan una reafirmación ética en la defensa de los derechos humanos y por el fin de la violencia política.
  • Proponer símbolos o propuestas consensuales entre distintos sectores sociales a objeto de contribuir a una reafirmación de valores comunes.
  • Exigir a los líderes políticos evitar la dinámica de la confrontación y polarización social, y un cambio de cultura política por parte de los grupos e instituciones que han apoyado o silenciado las distintas formas de violencia.

Reparación social y derechos humanos

  • Apoyar las iniciativas existentes y estimular la creación de equipos de apoyo psicosocial que puedan acompañar a las víctimas y familiares.
  • Realización de un trabajo de tipo epidemiológico y psicosocial, a cargo de un equipo multidisciplinario en el que se integren investigadores nacionales e internacionales reconocidos y grupos de derechos humanos. El objetivo es evaluar los efectos y extensión de la violencia política, y ofrecer información a la Comisión de la Verdad y a los equipos que se constituyan para brindar apoyo psicosocial y legal a las víctimas y afectados.
  • Elaborar propuestas y acuerdos (o reactualizarlos) parlamentarios y municipales de respeto al derecho a la vida; al derecho a la información y libertad de expresión; mecanismos para asegurar el respeto a los pactos y convenios internacionales de derechos humanos.
  • Generar mecanismos de control de los acuerdos anteriores mediante comisiones parlamentarias, instituciones, ONGs, etc. Dichas comisiones deberían estar integradas por personas representativas que susciten el consenso de todos los sectores sociales.
  • Promover foros de discusión entre el personal encargado del tratamiento y apoyo psicosocial a las víctimas y asociaciones de afectados para definir su papel en las acciones tendientes a la reconstrucción de la memoria colectiva.
  • Favorecer los procesos de reparación social, ejerciendo presión desde organizaciones de defensa de derechos humanos y otras instancias para la puesta en marcha de la Comisión de la Verdad. La Comisión no debe convertirse en un arma para ganar poder, desligitimar al otro o para utilizar con fines mediáticos o políticos el sufrimiento de las víctimas y familiares.

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