Manuela
Carlos Vicente Torrealba
--(En: http://www.analitica.com/va/politica/opinion/2919814.asp)--
Viernes, 9 de julio de 2010
¡Oh mí querida Manuela! “mi amable loca” Seria una de las frases de nuestro Libertador para esa mujer que lo amó. Particularmente pienso que nuestro querido Bolívar era un guerrero extraordinario, que en el día hacia la guerra y en las noches quedaba atrapado entre su chinchorro y el cuerpo de una bella dama. Así era Bolívar un extraordinario amante.
Todavía no entiendo las críticas de la oposición por la traída de los restos simbólicos de Manuelita al Panteón Nacional. Si es eso precisamente lo que nos caracteriza como un continente mágico, lleno de contradicciones, intemporales, con riquezas inagotables pero tan pobres que aún no sabemos que hacer con esa riqueza y por supuesto espléndidamente surrealistas.
El acto con la presencia de los Presidentes de Ecuador y Venezuela fue un acto enmarcado en nuestra cultura. No de la cultura anglosajona, ni oriental, menos de la cultura globalizada tecnológica. Ese acto no lo puede entender la oposición porque seguro no conocen a este pueblo, menos al Libertador.
Si se hiciera un acto de justicia enmarcado en los cánones anglosajones para que al lado del Libertador estuvieran los restos de sus amadas tendríamos que hacer por lo mínimo catorce ceremonias similares. Tendríamos que traer los resto de la mexicana La Güera Rodríguez; los de su esposa la española María Teresa del Toro; los de la francesa Fanny Du Villars; de Josefina Machado, de Asunción Jiménez, de Luisa Crober, de Isabel Soublette, de Juana Pastrano, de Bernardina Ibáñez.
No podemos dejar a un lado los restos de Joaquina Garaicoa, el amor mas puro y sincero del Libertador tanto fue así que el genio de América le autorizó el uso de su nombre y apellido y desde entonces firmó "Gloriosa Simona Joaquina Trinidad y Bolívar". O los restos de Jeannete Hart, de Anita Lenoit, de Manolita Madroño, de Delfina Guardiola llamada por él “la batalla de Angostura” luego que ella le cerró la puerta, él entró por la ventana y tuvieron tres días y tres noches juntos.
¡El Libertador era así! Lo que no entiendo, es por qué criticar los restos de Manuelita Sáenz, hoy simbólicamente está en el Panteón Nacional. Deberíamos criticar el por qué no todos los amores de Libertador no están allí y sobretodo el mayor de todos: el estado de conciencia. Éste ni siquiera sabemos donde lo enterramos.
carlosvicentetorrealba@gmail.com
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/2919814.asp
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