ASI COMENZABA EL TEXTO ANTERIOR:
viernes, 17 de abril de 2015
Tanto el Ur Fascismo (Eterno) como el Ur
Chavismo (Eterno) tienen semejantes ideas, preocupaciones y posturas sobre
sexo, sexualidad, sexismo, y temas afines. Ha dicho U. Eco al enunciar la
característica no. 12 del “Ur fascismo” o fascismo eterno:
“Transferencia de la voluntad de poder a cuestiones sexuales. Machismo,
odio al sexo no conformista. Transferencia del sexo al juego de las armas que
son su Ersatz fálico: sus juegos de guerra se deben a
una invidia penis permanente.”
FUENTE: http://victormgruberf.blogspot.com/2015/04/urchavismo-eterno-xvi-y-la-sexualidad.html
Escribimos el
jueves 25 de septiembre del 2008
El Dr. Lawrence Britt, Politólogo, escribió un artículo acerca del fascismo que apareció en la revista Free Inquiry, una revista de corte humanista. El Dr. Britt estudió los regímenes fascistas de Hitler (Alemania), Mussolini (Italia), Franco (España), Suharto (Indonesia) y Pinochet (Chile). El encontró que estos regímenes tienen 14 puntos en común , los cuales llamó: "las características que identifican al fascismo"
La número cinco de dichas características fue
enunciada así:
5. Sexismo rampante. El gobierno de las naciones fascistas
tiende a ser dominado casi en su totalidad por el sexo masculino. Bajo los
regímenes fascistas tradicionales, se hace más rígida la importancia del
género. La oposición al aborto es alta, así como la homofobia y las
legislaciones anti gay en la política nacional.
LEEMOS EN ABC, ESPAÑA:
REPORTAJE:HISTORIA
El sexo salvaje
del Dictador
FUENTE: http://elpais.com/diario/2010/11/07/eps/1289114811_850215.html
Imagen imcorporada por Víctor Gruber
Benito Mussolini era brutal en muchos sentidos. También en la cama.
Lo deja bien claro su principal amante, Clara Petacci, en los diarios que
escribió en los años treinta, contando con todo detalle sus encuentros sexuales
con el Duce. Morbosas manías e intimidades que se publican ahora en España.
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Si hubiese podido, hoy te habría
penetrado con el caballo". El zoofílico piropo corresponde a la llamada de
la una del mediodía del 26 de febrero de 1938, la primera de la docena que casi
con puntualidad suiza realiza a cada hora y cada día sin falta desde hace casi
dos años el dictador Benito Mussolini a su joven amante Clara Petacci, así
Hitler haya iniciado el Anschluss, así las legiones italianas hayan entrado
victoriosas en Tortosa en plena Guerra Civil Española. Y pobre de él si no lo
hace.
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Enésima amante del Duce -"he llegado a tener 14 y a acostarme con
cuatro cada noche", le confesará con pocos visos de exagerar-, parece que
le tiene bien pillado. Se ha esforzado: a sus 13 años "ya te había
ofrecido mi vida entera", le escribe mucho después Claretta, que pidió
entonces a sus padres que la llevaran a un discurso del inflamado orador.
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Fotografías, recortes de prensa cual fan... Ahora, casi una década después, el
azar se lo ha puesto fácil para marcar al líder de sus sueños: la hija del
médico del papa Pío XI no tiene más que asomarse a la ventana para divisar la
parte de atrás de los jardines del palacio Venezia de Roma, donde reside su
caballero ideal.
"Estás
guapísimo, bronceado, viril, sobre el caballo blanco". "Eres
impulsivo, bestial. Un perro, un gato, un mandril"
"Hacer el
amor vivifica las ideas, ayuda al cerebro; me gustaría saltar desde aquí sobre
tu cama como un tigre"
Zoofilia a la griega: Leda y el cisne--(Imagen incorporada por Víctor Gruber)--
Hipercelosa con fundamento, Petacci es, a sus
22 años, además, grafómana. Y por ello puede seguirse al detalle el pensamiento
más íntimo y, claro, las manías sexuales del dictador entre 1932 y 1938, el
periodo que comprenden los minuciosos diarios de la joven, Mussolini
secreto(Crítica), publicados ahora en España.
La "ricitos" -así la bautizaron sus
competidoras- no lo tenía fácil para quedar como "la única del
harén", como le elogió el siempre embustero Mussolini. Había quedado
seducida por un hombre muy fuerte ya desde niño, que "crecía como una
planta salvaje, haciendo llorar mucho a mi madre", según confesión de cama
tras uno de los agitados y extenuantes coitos habituales.
Zoofilia a la americana King Kong y su dama
Mussolini ama a lo bestia, pertrechado con
viriles creencias que le expone por teléfono o en directo: "El sexo es la
primera expresión del organismo". "Hacer el amor vivifica las ideas,
ayuda al cerebro; me gustaría saltar desde aquí sobre tu cama como un
tigre". Y se identifica con el coito del toro: "Magnífico, grandioso;
en pocos segundos ha terminado; en el momento culminante es terrible,
inmediatamente después está calmado y se retira melancólico; la vaca se
mantiene inmóvil, tranquila".
La vaca y el toro-(Imagen incorporada por Víctor Gruber)-
Es fácil seguir sus proezas: Petacci subraya
la fecha del dietario o pone un sí en las entradas cuando culminan sus
relaciones.
El primer contacto completo es fruto de la
euforia: el 6 de mayo de 1936, Mussolini conquista Etiopía y proclama el
imperio; a las pocas semanas, se estrena con su joven amante, que, a base de
insistencia, cartas aduladoras y visitas de 15 minutos, ha conseguido hacerse
un hueco en la agenda y en la cabeza del dictador.
El guión de los encuentros
pasa, tras el sinfín de llamadas diarias, por una cita en la trastienda del
inmenso palacio Venezia a media tarde. Arrullada a los pies de un Duce cansado
y que lee la prensa, escucha la radio o que ultima un discurso ("arrodíllate, adora a tu gigante que te ama"), acaban acostándose
juntos, haciendo el amor "arrebatado": "Hacemos el amor y grita
como un animal herido"; "lo hacemos con violencia".
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Inmediatamente, el león dormita; ella le vela. Al poco, se despierta y come
algo ("Hacemos el amor con entusiasmo y brío... Luego se levanta y come la
fruta como un salvaje"). La mayoría de las veces hay sesión doble. "No
quiero hacer el amor una vez a la semana como los buenos palurdos; te he
acostumbrado y me he acostumbrado a un amor frecuente y espero que no quieras
cambiarlo", le avisa al poco de consolidar las relaciones, en octubre de
1937.
Imagen incorporada por Víctor Gruber
La
virulencia no es un accidente o un juego de un día. Mussolini le cuenta a su joven compañera que
a su esposa la desvirgó sobre una butaca "con mi violencia habitual",
brutalidad que la joven Petacci ya conoce: mordiscos de los que dejan señal en
el hombro, o casi una nariz rota en el vaivén sexual. "Pierdo el control:
si no fuese así, los nuestros serían coitos maritales, aburridos".
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Ella parece encajarlo bien: "Lo hacemos
con tanta fuerza, que hasta me duele de la alegría", anota tras un largo
encuentro en mayo de 1938. Es más, lo jalona y lo excita. Lo hace desde el
primer día, con una prosa o un susurro musicados con la mejor fanfarria
fascista: "Lanzadme la escalera de rayos de oro para que pueda subir hasta
el sol: no puedo vivir sin su calor", le escribe en 1933 cuando busca las
primeras audiencias.
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Y más: "Sois agresivo como un león, violento y
majestuoso" (1936). "El emperador eres tú y nadie más; los Saboya son
postales". "Te he visto resplandeciente como una estatua de bronce;
cuando hablabas temblaban las murallas romanas a la voz del César...".
"Estás guapísimo, bronceado, viril, sobre el caballo blanco" (1938).
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Sabe Petacci a lo que juega. Mussolini tiene
un punto de fachada, se intuye fragilidad tras el corpachón. Por un lado,
psicológico: se siente solo e incomprendido, así por su esposa como muchas
veces por buena parte de su nación. "Mi mujer nunca ha sido consciente de
mi grandeza", lloriquea. "Nadie se ocupa de mí. ¿Te fijaste en que
ayer llevaba los calcetines desparejados, uno distinto del otro?", le
comenta. "Fuera de la política, me han de guiar en todo y para todo:
'Ahora come; ahora tápate; ahora bebe esto, ahora ve a hacer pipí, porque a
veces lo retengo hasta tres horas".
Imagen incorporada por Víctor Gruber
También ha intuido la joven la preocupación
por la decadencia física del Duce. Tiene 52 años y casi le dobla la edad.
"Mira qué mentón más firme; entiendo que una mujer pueda dormir con una
fotografía debajo de la almohada, como haces tú", le suelta ante unas
fotos suyas hechas por un periodista norteamericano. "¿Ves a tu gladiador,
a tu atleta? Dime que no soy viejo; no quiero envejecer, la vejez es
repugnante", comenta por teléfono tras un desfile militar.
Imagen incorporada por Víctor Gruber
En una de las
confesiones más impactantes, le admite que le preocupa empezar cada mañana de
su vida acudiendo al váter: "Me humilla". Hay algo que le atrae, sin
embargo, de esa pieza: "Me gustaría que hicieras pipí aquí conmigo".
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Esas obsesiones y las primeras habladurías
sobre la relación con una mujer mucho más joven que él (53 años ante 24) y
casada con un oficial subordinado disparan en Mussolini sus temibles accesos de
ira. Tampoco es ajeno a ello la presión que Claretta hace sobre el tema de las
otras amantes, que él mantiene simultáneamente y que, en un gran esfuerzo, ha
reducido a dos más. Las excusas del dictador son de opereta: "Te juro que no
es verdad sobre los Evangelios". "Mi naturaleza es así, soy una
bestia, resisto y después caigo". "Solo estuve 24 minutos: fue una
cosa rápida". Ella no se queda corta: "Eres impulsivo, bestial,
rutinario. Un perro, un gato, un mandril".
Zoofilia compleja:comparar al amante con varios animales y su sexualidad
Pero hay veces que el Duce no puede más y
entonces llegan las patadas a mesas, sillas y periódicos, los gritos
huracanados... "Tengo un mundo al que vigilar y un pueblo al que gobernar
y ya te dedico demasiado tiempo; a veces me pregunto si soy tonto", le
espeta el 15 de marzo de 1938.
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Más tarde volverán las carantoñas o la promesa
de una escapada furtiva. "No quiero que nuestro amor sea una cosa pública,
que se hable en los cafés o en la modista. Me preocupa mi prestigio. No puedo
pasar por un viejo chocho".
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Esa última no era una bronca más: es
de las pocas veces que Mussolini está nervioso por la política
internacional. Algunos diarios, especialmente los franceses (pueblo acabado,
según él, "por la sífilis, la absenta y la prensa libre" y porque
"sus mujeres son todas prostitutas: les gustan los negros porque tienen
el pene largo y delgado, y son ellas las que poseen al hombre"),
dudan de su salud (que contrarresta exhibiéndose a caballo a menudo).
La massai blanca
Petacci
toca poco la política; le deja decir y con caricias le calma cuando le enfurece que, de
nuevo, la prensa francesa le diga que imita a Hitler ("un
presuntuoso") en el tema judío. "¡Yo soy racista desde 1921!".
Tanto lo es que le explica a la Petacci que "solo tres veces se me ha
dormido el pajarito, retirado e indignado", y una fue por "el
olorcillo de una judía; ya sabes como soy con estas cosas".
Imagen incorporada por Víctor Gruber
Franco también le pone nervioso con su
estrategia en la Guerra Civil: "Me admira mucho y siempre me ha obedecido,
pero es idiota: 18 meses para una Guerra Civil me parecen demasiado. ¡Yo hice
la guerra de África en siete!".
Donde no parece fingir es en su obsesión con
la muerte, que cree que será inminente. Le aterra el frío que puede pasar una
vez en la caja, y por eso le da instrucciones para que le dejen una esterilla.
¿Y ella? ¡Se quedará sola! "Yo no te sobreviviré: he nacido para ti,
acabaré contigo", le susurra tras otro fogoso encuentro en marzo de 1938.
Así será en abril de 1945, los dos juntitos, colgados boca abajo en la Piazza
Loreto de Milán.
Imagen incorporada por Víctor Gruber
'Mussolini secreto' (editorial Crítica),
los diarios de Claretta Petacci, ha salido recientemente
FUENTE: http://elpais.com/diario/2010/11/07/eps/1289114811_850215.html
EDICIÓN, TRANSCRIPCIÓN, IMÁGENES: LICENCIADO EN HISTORIA VICTOR MANUEL GRUBER DE FIGARELLI, UCV CARACAS, VENEZUELA, 1976.
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