PRIMERA LECTURA
Juan Cueto: Mitologías
de la Modernidad
Aula Abierta Salvat
(Temas Clave, no. 97, 1982)
DE LA POLÍTICA DE
REPRESENTACIÓN A LA REPRESENTACIÓN DE LA POLÍTICA
(CAPÍTULO 11, PP.24—25)
No es cierto ni del
todo justo, sin embargo, afirmar que el estrellato ha sido erradicado de la
modernidad. Si el star-system de
Hollywood ya no existe es sencillamente porque su práctica se ha extendido a la
mayor parte de los mecanismos sociales de producción y reproducción de lo
público; porque se ha normalizado y popularizado el viejo sistema hollywoodiano
de fabricación de divinidades terrenales. Son con exactitud los procedimientos
del star-system de la vieja industria
cinematográfica los que hoy rigen los destinos de la política, la economía, lo
ideológico y la religión. No solo la industria del estrellato relacionada con
el mundo del disco, la televisión, el periodismo, la publicidad, la cultura de
masas, el libro, el deporte o el espectáculo, como resulta evidente y no merece
más comentario; algo mucho más complejo
y no necesariamente metafórico.
El político nace a la
vida pública como las mitologías fulgurantes de la pantalla nacían de los
grandes estudios cinematográficos. La mercancía es lanzada a las masas como la
Fox, la Metro, la Warner o la Paramount lanzaban a sus rubias platino.. La
ideología es diseñada, maquillada,
envuelta y publicitada de la
misma manera que los guionistas a sueldo inventaban historias y géneros para arropar a la estrella exclusiva. Los
deseos y las necesidades individuales se imponen y consumen como antaño se imponían y consumían los sueños dorados de
Hollywood.
COMENTARIO DE VG: Así "nació" y fue lanzado a la atmósfera venezolana, latinoamericana, y mundial el Hug Chávez del "Por ahora" (Sigue una foto "oficialista" alegórica)
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COMENTARIO DE VG: Así "nació" y fue lanzado a la atmósfera venezolana, latinoamericana, y mundial el Hug Chávez del "Por ahora" (Sigue una foto "oficialista" alegórica)
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(Sigue el texto citado, pp 24-25)
Ya no es suficiente con tener un programa político, una ideología o una fe religiosa. Es necesario que el programa se encarne en una supervedette dotada de telegenia y con capacidad de fascinación; que la ideología posea cuerpo de ídolo y alma de telefilme; que la teología sea representada ante las multitudes como si se tratara de un verdadero espectáculo de masas. Ni siquiera suele haber programas, ideologías, teologías. Basta y sobra con un Reagan, con un Walesa, con un Wojtyla, con un Jomeni.
COMENTARIO DE VG: Y en la Venezuela de 1992--2015 ¿Basta con un Chávez?
Ya no es suficiente con tener un programa político, una ideología o una fe religiosa. Es necesario que el programa se encarne en una supervedette dotada de telegenia y con capacidad de fascinación; que la ideología posea cuerpo de ídolo y alma de telefilme; que la teología sea representada ante las multitudes como si se tratara de un verdadero espectáculo de masas. Ni siquiera suele haber programas, ideologías, teologías. Basta y sobra con un Reagan, con un Walesa, con un Wojtyla, con un Jomeni.
COMENTARIO DE VG: Y en la Venezuela de 1992--2015 ¿Basta con un Chávez?
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(Sigue el texto citado, pp. 24-25)
Como en la era de Valentino, Dean, Marilyn, Bogart o Gable, lo importante es la vedette. Tampoco ahora se juzga la película de la historia por el guión, la realización o los contenidos, sino por la gran figura estelar de la superproducción. Hasta la forma más extrema del discurso político es deudora del star-system: el terrorista,
(Sigue el texto citado)
a fin de cuentas, anda tras el primer plano y las primeras planas de la actualidad; exige para sus sangrientas actuaciones grandes titulares; reclama por estrepitosos procedimientos la cabecera de cartel; busca por todos los medios la publicidad ruidosa de los medios; persigue con sus heroicas acciones siniestras el mimetismo de las muchedumbres; es un profesional del más popular de los espectáculos: la violencia.
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Seguimos con el texto citado, pp.24-25.
En 1956, Leonard Hall,
presidente del partido republicano de los Estados Unidos, decía a sus hombres: “Vended vuestros candidatos de
la misma manera que en el mundo de los negocios se venden los productos”
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Sigue el texto citado, pp.24-25:
Como se sabe, fueron los demócratas los que mejor tomaron nota de esta recomendación histórica. El triunfo y mito de Kennedy se fraguó en las cadenas de laCBS, la NBC y la ABC, derrotando a Nixon por telegenia, pericia seductora ante las cámaras y micrófonos, encanto personal para el primer plano de las 625 líneas y carisma electrónico. La política descubre en 1960 el espectáculo y desde entonces sus tratos con los media han ido en aumento, hasta el punto de que ya nada es lo mismo que antes del contagio del sistema político por el star-system.No me refiero exclusivamente al popular y desorbitado problema de la influencia de los mass media , especialmente de la televisión, en las decisiones electorales (Kennedy sorprendió a Nixon con su dominio del saber estar ante las cámaras televisivas,
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Sigue el texto citado, pp. 24-25:
pero inmediatamente la lección fue aprendida por todos los hombre públicos con responsabilidad electoral, y es raro en la actualidad que sean posibles tales estragos en la audiencia) me refiero de manera principal la espectacularización creciente de lo político.
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Seguimos con el texto citado, pp. 24-25:
Los líderes se fabrican y venden como cualquier otra mercancía de gran consumo, los discursos han dejado de pensarse y redactarse para auditorios socialmente estructurados porque ahora se dirigen a una masa amorfa ( de ahí que los contenidos políticos sean otros muy distintos); los duelos ideológicos en las cámaras legislativas se plantean y desarrollan em función de las cámaras televisivas; la actualidad se trivializa, se sensacionaliza, se “vedettiza”, al contagio de los media.
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Seguimos con el texto citado, pp. 24-25:
Las prácticas habituales de la actividad política, en fin, se adaptan a las leyes de los grandes titulares, del show-business, de la publicidad agresiva, del star-system audiovisual. De esta manera urgen nevas costumbres políticas: el duelo preelectoral en los estudios de radio y televisión, las conferencias de prensa, las alocusiones a la nación a través de la pequeña pantalla, las emisiones telefónicas en las que un político responde en directo a las preguntas de los teleespectadores o radioescuchas, la propaganda ideológica por medio de spots, videos, documentales dramatizados, vallas, carteles, pegatinas, eslóganes a cuatricomía, grafismo…
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Seguimos con el texto citado, pp. 24-25:
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Como se sabe, fueron los demócratas los que mejor tomaron nota de esta recomendación histórica. El triunfo y mito de Kennedy se fraguó en las cadenas de laCBS, la NBC y la ABC, derrotando a Nixon por telegenia, pericia seductora ante las cámaras y micrófonos, encanto personal para el primer plano de las 625 líneas y carisma electrónico. La política descubre en 1960 el espectáculo y desde entonces sus tratos con los media han ido en aumento, hasta el punto de que ya nada es lo mismo que antes del contagio del sistema político por el star-system.No me refiero exclusivamente al popular y desorbitado problema de la influencia de los mass media , especialmente de la televisión, en las decisiones electorales (Kennedy sorprendió a Nixon con su dominio del saber estar ante las cámaras televisivas,
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Sigue el texto citado, pp. 24-25:
pero inmediatamente la lección fue aprendida por todos los hombre públicos con responsabilidad electoral, y es raro en la actualidad que sean posibles tales estragos en la audiencia) me refiero de manera principal la espectacularización creciente de lo político.
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Seguimos con el texto citado, pp. 24-25:
Los líderes se fabrican y venden como cualquier otra mercancía de gran consumo, los discursos han dejado de pensarse y redactarse para auditorios socialmente estructurados porque ahora se dirigen a una masa amorfa ( de ahí que los contenidos políticos sean otros muy distintos); los duelos ideológicos en las cámaras legislativas se plantean y desarrollan em función de las cámaras televisivas; la actualidad se trivializa, se sensacionaliza, se “vedettiza”, al contagio de los media.
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Seguimos con el texto citado, pp. 24-25:
Las prácticas habituales de la actividad política, en fin, se adaptan a las leyes de los grandes titulares, del show-business, de la publicidad agresiva, del star-system audiovisual. De esta manera urgen nevas costumbres políticas: el duelo preelectoral en los estudios de radio y televisión, las conferencias de prensa, las alocusiones a la nación a través de la pequeña pantalla, las emisiones telefónicas en las que un político responde en directo a las preguntas de los teleespectadores o radioescuchas, la propaganda ideológica por medio de spots, videos, documentales dramatizados, vallas, carteles, pegatinas, eslóganes a cuatricomía, grafismo…
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Seguimos con el texto citado, pp. 24-25:
La política (y la
religión, la cultura, la ideología, etc) se audiovisualiza.
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Seguimos con el texto citado, pp. 24-25:
Abandona el viejo campo discursivo de la escritura o de la oratoria decimonónica para situarse del lado de las imágenes y los sonidos en los que se habla y se reconoce la modernidad; territorio donde solo imperan los códigos de lo espectacular, vale decir; donde por encima de todo rige el divismo, el arte de lo prpagandístico, el simulacro, la anécdota personal, el criterio de los managers y fabricantes de imagen, los sondeos de opinión, el impacto instantáneo y estridente sobre la audiencia, las dotes de actor, las ideas-show y, naturalmente, las idoelogías con gancho gráfico y electrográfico. La política ya no solo es el arte de la representación de las actitudes sociales, económicas o culturales de los ciudadanos: cada vez más es el arte de la representación. A secas
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Seguimos con el texto citado, pp. 24-25:
Abandona el viejo campo discursivo de la escritura o de la oratoria decimonónica para situarse del lado de las imágenes y los sonidos en los que se habla y se reconoce la modernidad; territorio donde solo imperan los códigos de lo espectacular, vale decir; donde por encima de todo rige el divismo, el arte de lo prpagandístico, el simulacro, la anécdota personal, el criterio de los managers y fabricantes de imagen, los sondeos de opinión, el impacto instantáneo y estridente sobre la audiencia, las dotes de actor, las ideas-show y, naturalmente, las idoelogías con gancho gráfico y electrográfico. La política ya no solo es el arte de la representación de las actitudes sociales, económicas o culturales de los ciudadanos: cada vez más es el arte de la representación. A secas
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SEGUNDA LECTURA
Valentina
Alvarez
lágrimas a pedido
Tengo el gusto de presentar mi libro “Lágrimas a pedido: así se escribe una telenovela”, un resumen de entrevistas y testimonios de algunos de los más reconocidos guionistas del género en toda la región. Prologado por el escritor y también guionista televisivo Alberto Barrera Tyszka, “Lágrimas a pedido” es una hoja de ruta sobre cómo trabajan, cómo empezaron, cuánto ganan y cuál es el papel que la industria televisiva de Venezuela, Brasil, México, Argentina o Colombia concede a quienes cada día escriben las historias que convocan a millones de telespectadores frente a sus televisores. Delia Fiallo, Gilberto Braga, Leonardo Padrón, Fernando Gaitán y el fallecido José Ignacio Cabrujas figuran –entre muchos otros- en un recuento que bien puede interesar a aspirantes de guionistas, guionistas en ejercicio, actores y amantes de las telenovelas.
Para conocer más sobre “Lágrimas a pedido”, leer el prólogo aquí.
Saludos,
COMENTARIO DE VICTOR GRUBER; RECOMENDAMOS AMPLIAMENTE LA LECTURA DE ESTA OBRA PRODUCTO DE UNA INTERESANTE INVESTIGACIÓN Y ES PRACTICAMENTE UN "MANUAL" DE CÓMO PLANEAR Y LLEVAR A CABO UNA TELENOVELA. ROGAMOS A DIOS QUE LOS GUIONISTAS "PIRATAS" ACTUALES DE LAS TELECULEBRAS GOLPISTAS (MADURO Y CABELLO) NO LEAN ESTE LIBRO.
biografa
Valentina Álvarez (Caracas, 1968) es periodista egresada de la Escuela de Comunicación Social de laUniversidad Central de Venezuela. En Caracas trabajó como redactora en las revistas Élite, Dinero, Gerentey en el diario Reporte de la Economía.
En 1992 viaja a Buenos Aires para hacer un curso –de cuatro semanas- para la Evaluación de Proyectos Sociales, organizado por la Organización de Estados Americanos, OEA. Sin embargo, su estadía en Argentina terminó extendiéndose por una década durante la cual se desempeñó en publicaciones locales como la revista Prensa Económica y los diarios Claríny Buenos Aires Económico, entre otras publicaciones.
En 1999 fue invitada por la representación de la Unión Europea en Argentina a participar en el European Union Visitors Program, realizado entre Bruselas y Maastricht.
Valentina y su padre, el sexólogo Plubio Álvarez, en la presentación de "Lágrimas a pedido" (18-09-07).
Ese mismo año su ensayo "Emborráchame de amor" sobre la influencia de las telenovela en América latina fue primer finalista del concurso promovido anualmente por la Fundación Cardoza y Aragón de México, cuyo presidente es Gabriel García Márquez.
En 2002 se establece en Brasilia, desde donde ha colaborado con los servicios radial y on-line de la BBC en español, con el servicio on-line Descifrado.com y con los diarios El Nacional (Venezuela), El Mercurio (Chile) y El Cronista de Argentina.
En 2004 su artículo “Mi mejor historia” es incluido por la Unesco en el libro “Investimentos em Educaçâo, Ciência e Tecnologia: o que pensam os jornalistas”, editado por la Unesco y los ministerios de Ciencia y Tecnología y Educación de Brasil.
En 2007 la Editorial Alfa publica su primer libro,“Lágrimas a pedido: así se escribe una telenovela”, en el cual se describen los entretelones de la industria de los melodramas televisivos desde el punto de vista de sus protagonistas ocultos: los guionistas y escritores latinoamericanos de telenovelas.
En la actualidad, en paralelo con su labor periodística y de investigación, realiza labores de asesoría de comunicación regional (Venezuela, Argentina, Brasil y Chile) como socia de la firma LATIN-COM.
una intimidad
Cada libro tiene su biografìa, una historia más íntima que nunca aparece en sus páginas y que, sin embargo, es también responsable de que ese libro exista. Alguna tarde, en algún año de la década de los noventa, cuando yo vivía en México, apareció de pronto en el correo una tal Valentina Álvarez. Era una periodista venezolana empeñada en hundirse detrás de todas las pieles de las teleculebras latinoamericanas. Era, además, muy persistente. Apareció en el correo, en el teléfono, e incluso en el propio Distrito Federal, un miércoles cualquiera con la curiosidad muy despierta y el grabador en la mano.
Venía desde el sur más lejano haciendo lo mismo. Había estado cazando guionistas en Argentina y en Brasil, en Venezuela, en Colombia, y finalmente aterrizaba en México, siempre tratando de darle forma a su propia obsesión, intentando atajar sus preguntas, algunas claves para entender ese producto tan latinoamericano como el maíz o el chocolate: la telenovela.
Unos años más tarde, la Fundación Cardozo y Aragón, presidida por García Márquez, decidió que su concurso anual de ensayo tuviera por tema esa misma cursilería: el folletín televisado latinoamericano. Me convocaron como parte del jurado y, con grata sorpresa, descubrí que entre los manuscritos se encontraba, ya trabucado en sabrosas páginas, todo el esfuerzo de investigación y de escritura de Valentina Álvarez. La deliberación final premió a Carlos Monsiváis, otorgándole una mención de honor, como Primera Finalista, a este libro que ahora comienza su vida pública: “Lágrimas a pedido”.
Valentina Álvarez ha logrado dar con algo sumamente difìcil: un tono, una tesitura, una respiración que se sostiene sobre la mitad perfecta: no se deja arrastrar por la vorágine del cotilleo, no sucumbe ante la frivolidad que suele rodear al llamado mundo del espectáculo; pero tampoco se ubica en la distancia de la academia, de la mirada que pretende analizar la telenovela desde la sobriedad de aquel que jamás se ha dejado atrapar por alguna de ellas. Sin superficial devoción y sin disfrazados prejuicios, este libro se inscribe en lo mejor de la tradición periodística creativa, que echa mano del reportaje, que hace de la entrevista una herramienta aguda, que se reinventa en la crónica, que no esquiva la fascinación social de la farándula pero tampoco olvida la importancia objetiva de los datos, las verdades de una industria que ha hecho de los afectos su mercado.
Porque, en el fondo, la telenovela no puede dejar de ser eso: “el espectáculo de los sentimientos”, como decía José Ignacio Cabrujas. Así es. Pero, acaso, ¿de qué amor hablamos cuando hablamos de telenovela? De uno que no es como el nuestro pero que, sin embargo, se le parece. Su aparente incoherencia e irrealidad puede ser también su aparente coherencia o realismo: el sentido de la verdad y de la mentira, en la telenovela, sólo está dado por su capacidad de conmover a la audiencia. Lo real es lo profundamente inasible, lo que se siente. Todo lo demás está puesto al servicio de esta continua epopeya de los latidos. Éste es el reino del amor: a excepción de lo sensible, todo lo demás es simple apariencia. Lo verosímil, en la telenovela, reside en los afectos. Cada esquina de este libro parece rondar esa certeza, buscando siempre complejizarla, sumarle todos los matices, situándose desde la experiencia de la escritura, desde aquellos a quienes les toca imaginar y pronunciar, cada día, el cuento sensible que se ve, se sufre y se goza, cada noche en la pantalla.
Delia Fiallo, Fernando Gaitán, José Ignacio Cabrujas, Bernardo Romero, César Miguel Rondón, Fernanda Villeli, Joao Enmanuel Carneiro, Enrique Torres, Leonardo Padrón, Mónica Montañez… este libro también es, sin duda, el registro más grande que existe sobre las voces de aquellos que, de manera cotidiana, se hacen responsables, en gran medida, de la educación sentimental del continente. Detrás de todas estas experiencias, también se esconde un manual invisible, un mapa de ruta del melodrama latinoamericano.
A todos los que trabajamos en esta industria, por lo general nos cuesta mucho explicar qué pasa adentro, qué y cómo se hace, de qué manera se vive en las tripas de una teleculebra. Con este libro, Valentina Álvarez logra de manera excelente ofrecer algunas de nuestras respuestas, una panorama amplio y complejo de lo que ocurre detrás de las cámaras, incluso detrás de las páginas de un libreto. “Lágrimas a pedido” también es eso: una contundente intimidad.
Alberto Barrera Tyszka
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