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domingo, 13 de octubre de 2013

VMGF: TRADICIONALISMO CULTURAL CASTRO-CHAVISTA--CARACAS, 24--06--

Tradicionalismo Cultural Castro-Chavista Victor M. Gruber F. --En Internet,24 de junio del 2005--- Dice Humberto Eco, que uno de los rasgos del Ur-fascismo, o fascismo eterno, es el “Culto de la tradición, de los saberes arcaicos, de la revelación recibida en el alba de la historia humana encomendada a los jeroglíicos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aún desconocidos, de algunas religiones asiáticas. Cultura sincrética, que debe tolerar todas las contradicciones. Es suficiente mirar la cartilla de cualquier movimiento fascista para encontrar a los principales pensadores tradicionalistas. La gnosis nazi se alimentaba de elementos tradicionalistas, sincretistas, ocultos. La fuente teórica más importante de la nueva derecha italiana, Julius Evola, mezclaba el Grial con los Protocolos de los Ancianos de Sión, la alquimia con el Sacro Imperio Romano. Si curiosean ustedes en los estantes que en las librerías americanas llevan la indicación New Age, encontrarán incluso a San Agustín, el cual, por lo que me parece, no era fascista. Pero el hecho mismo de juntar a San Agustín con Stonehenge, esto es un síntoma de Ur-Fascismo” No es tan alambicado nuestro fascio--comunismo--castro--chavista, muy mal denominado “bolivariano”, y ahora como “socialismo del siglo XXI”; pero no debemos olvidar las constantes referencias a las glorias del pasado independentista de Venezuela, y de las otras repúblicas bolivarianas; la adoración a Bolívar, a su espada, a cada una de sus palabras y dichos, a su tumba, a su ropa, y otros objetos personales, tal como la sagrada bacinilla donde hacía sus biológicas necesidades. Y por extensión, la veneración a los héroes guerreros que le acompañaron en su gesta; excepto los que supuestamente “traicionaron” el proyecto bolivariano como J. A. Páez, y los separatistas de 1830, por ejemplo. Lo anterior hace diferenciar muy poco, cualitativamente, a la llamada “V República” de las otras anteriores, aunque cuantitativamente la actual les gana con creces en todo: ineficiencia, demagogia, clientelismo, populismo, corrupción, personalismo, caudillismo, autocratismo, represión, y militarismo. Recientemente fue “enterrado” el cacique Guaicaipuro en el Panteón Nacional, ceremonia funeraria y ritual, en la cual participó el “Lider Máximo”, acompañado de sus partidarios, y de los cultores indigenistas; se fumó la “pipa de la paz” con un representante de los caciques de América del Norte, debidamente adornado con plumas de colores. Tampoco debemos dejar de lado que se danza al ritmo de los “Diablos de Yare”, o de cualquier otra expresión típica folklórica; que existe el proyecto de un “Consejo de Iglesias” de la República Bolivariana de Venezuela, que agrupe con apoyo presupuestario oficial, a todas las creencias, incluyendo las más exóticas, ocultistas, o extravagantes; que uno de esos grupos lanzó la propuesta de elevar al Presidente a la categoría de “Obispo” de su Iglesia. Ello completará el esquema de liderazgo total y absoluto, en lo político, militar, económico, social, y religioso, tipo “talibán”, al cual pareciera aspirar el actual mandatario. Entre celebraciones patrióticas, desfiles militares, reuniones ministeriales, y partidarias; marchas, gaitazos, cadenas de radio y TV, y otros festejos, del mejor gusto del grupo gobernante, la nación vive en una especie de “Acto Cultural” permanente, como en los mejores tiempos de las escuelas primarias de la Venezuela agropecuaria, tradicionalista; tal como en Guasipati --donde estudié los primeros grados--, Sabaneta, o cualquier otro pueblito, de la Venezuela provinciana y rural. Todos evocamos con la ternura propia de los años infantiles los "Actos Culturales" que se realizaban en la Escuela: se bailaban y cantaban piezas como "El Maremare", "El Sebucan", "La Burriquita","El Himno al Árbol" y muchas otras; se hacían pequeñas representaciones teatrales de temas patrióticos, religiosos, o populares; se declamaba; se premiaban los mejores alumnos o cursos. Nunca olvidaré, las lágrimas derramadas por mí, ante cada lectura dramatizada de la última proclama del Libertador: ¡Unión, unión, o la anarquía os devorará”; tampoco la emoción ante la temeraria audacia de aquella frase: "Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca". Siendo un niño de corta edad me tocó declamar, en honor a Bolívar (cito de memoria): "Juran que tuvo en su faz/ lo que salva y lo que aterra/ rayos de muerte en la guerra y arcoiris en la paz/ cuando creyeron quizás que se cansaba su brazo/ hizo en la América un trazo/ y con aguas del Orinoco/ fue a regar el Chimborazo/ ” Tampoco faltaban las alusiones a Simón Rodríguez, Maestro del Libertador; a la Negra Matea, su madre de leche, y a toda la iconografía de los Santos Padres de la Patria, según el caso, y la región, donde estaba ubicada la Escuela. Este proceso de "socialización" escolar tiene efectos profundos y prolongados en los niños (futuros adultos), y hay quienes no pueden escapar a su influencia en toda la vida, tal como lo observamos hoy en el liderazgo “bolivariano”. Lo anterior viene al caso con motivo de los "Grandes Actos Culturales Nacionales" que vivimos, de cuando en cuando, con las visitas del Patriarca Otoñaal cubano a su Alter Ego criollo, y el respectivo pase de relevo, de la "Antorcha Revolucionaria" para Venezuela, Latinoamérica, y el resto del Mundo. Venezuela, es hoy, un "Acto Cultural Permanente", de la mejor factura rural, tradicionalista, decimonónica, cubana-venezolana. Relea entonces, apreciado lector, el texto de Humberto Eco, con el cual abrimos este escrito. Atentamente: Víctor M. Gruber F.— gruberv@cantv.net

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