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lunes, 17 de enero de 2011

WILFREDO FRANCO: SOBRE LA NUEVA LEY DE UNIVERSIDADES EN VENEZUELA--EUD--CARACAS--17--01--2011--

Fidel Castro y una nueva Ley de Universidades en Venezuela
WILFREDO FRANCO | EL UNIVERSAL
lunes 17 de enero de 2011 09:27 PM

El hombre que determinó la vida y pobreza de tres generaciones de cubanos en 50 años es el factor más influyente en el proyecto de país que un grupo de venezolanos intenta concretar en Venezuela desde el 04 de Febrero de 1992. ¿Cómo sería Venezuela si ese golpe de Estado hubiera sido exitoso? Aunque el proyecto ha avanzado bajo las cuidadosas directrices de Fidel, la decisión determinante será en Diciembre del 2012, y desde ahora la lucha será total por la conquista de las conciencias de cada uno de los venezolanos. Lamentablemente, el debate por una nueva Ley de Universidades se enmarca en esa lucha, y aun así, debe formularse un instrumento jurídico adecuado para el futuro del país. ¿Deseamos un régimen permanente basado en la integración partido-gobierno-Estado-comunas-milicias, bajo el dominio de un único líder, donde el pensar diferente o disentir sea un delito penado con cárcel o agresiones? La Universidad Autónoma no tiene cabida en ese esquema. ¡Cada quién decida en base a su conciencia!

El mundo de hoy y del futuro, es el mundo donde el Conocimiento Científico y Tecnológico determinan el progreso y bienestar de los pueblos. En los últimos 50 años el intelecto humano avanzó más que desde que el Homo sapiens desarrollara el lenguaje hace 200.000 años. Las naciones hundidas en la pobreza en 1950 hoy nos asombran con sus altos niveles de desarrollo socioeconómico y calidad de vida, y lo lograron a través de políticas e inversiones de recursos en dos áreas: a) educación y desarrollo científico y tecnológico, y b) libertad y estímulos a la iniciativa económica individual, familiar y empresarial.

En Europa, los países nórdicos, alcanzaron los más altos niveles de vida del mundo combinando altas inversiones en educación, ciencia y tecnología, a la par que en salud e infraestructura pública, con políticas de fusión de capacidades entre entes oficiales, empresas privadas y las universidades. Noruega comenzó a explotar petróleo en los 60 y en sólo 20 años transformó su sociedad de pescadores y agricultores en una sociedad de alta tecnología. Los Tigres Asiáticos, muy pobres en los años 50, hoy son líderes mundiales en electrónica, semiconductores, petroquímica y otras áreas de alto valor agregado y disfrutan de una envidiable calidad de vida. Si Ud., visitara una escuela, liceo o universidad de cualquiera de estos países, entendería el porqué de su milagro social y económico.

En estos países, como en los países líderes del conocimiento, la estructura de poder en las universidades está concebida para privilegiar el desarrollo del saber, vale decir, los más preparados tienen el mando, y la competencia por el poder es la misma competencia por y para el saber. Cada instituto tiene a la cabeza a la persona de mayor competencia en su área, escogido por sus logros académicos, y la docencia se deriva de la investigación y ambas contribuyen con la sociedad y el Estado, proveedores de recursos a las universidades. Los rectores son personalidades académicas notables y no personas surgidas de luchas políticas.

La nueva Ley de Universidades debe catapultarnos dentro de la Sociedad Global del Conocimiento y para ello no necesitamos inventar el agua tibia, sobran modelos exitosos para analizar y adaptar. Lo que no es aceptable, es que la necesidad de una nueva ley se convierta en la oportunidad para teñir de rojo-rojito a las universidades, o someterlas al designio del partido-gobierno-Estado que rige hoy (lo que ya es una terrible aberración); ello sería el mayor de los absurdos, pues castraría nuestras posibilidades de desarrollo como sociedad moderna de bienestar y progreso. Una universidad no es una institución para el cultivo del clientelismo político sino del conocimiento, las ciencias y las artes. La universidad debe ir 20 años adelante, explorando y marcando la ruta del desarrollo, con plena libertad de pensamiento, opinión y creación.

La nueva ley debe cerrar el paso al oportunismo y la holgazanería, y privilegiar las capacidades, la dedicación, la productividad y los logros. La tabula rasa no puede ser nunca la fórmula que impulse las capacidades creadoras del intelecto humano. Y no olvidemos algo, Venezuela requiere una reforma total de su sistema de educación, no sólo del universitario. El sistema debe poder formar científicos, educadores, técnicos y tecnólogos, artesanos y constructores, en un gradiente que permita el desarrollo de las capacidades según las aptitudes de cada uno. Un potencial científico sería un mal carpintero y un buen carpintero sería un mal científico. Hagamos una ley de universidades para la Venezuela de progreso y bienestar del 2021, no una para consolidar una hegemonía política que avanza en retroceso a toda velocidad, huyéndole al futuro brillante de la Humanidad.

wfranco01@hotmail.com

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