Marx y la bolivariana
JOSÉ MANUEL NÚÑEZ GORRÍN | EL UNIVERSAL
lunes 10 de enero de 2011 09:12 AM
El fanatismo termina por transformar y ocultar a los personajes y a veces los lleva a un nivel en la historia que no merecen. Este es el caso de Carlos Marx, un ser terrible y resentido.
Marx despreciaba al proletariado a quien decía defender. Los llamaba manos callosas, palurdos, ignorantes, estúpidos, plebe, raza de bárbaros y populacho obrero. Denigraba a sus lectores llamándolos asnos. Era racista y clasista, ridiculizaba a sus adversarios por negros o antiguos obreros. Aplicaba todo tipo de epítetos despreciativos a las personas de otros países, muchos de los cuales no puedo repetir. También era machista, de eso sobran ejemplos.
A pesar de ser bisnieto, nieto y sobrino de rabinos y que su padre fuese obligado a convertirse al luteranismo para poder ejercer como abogado, aborrecía a los judíos. Vivía de los préstamos de familiares y amigos, principalmente de Engels y frecuentemente no pagaba sus deudas. Trataba de vivir una vida burguesa, aun en la más absoluta miseria, alquilando una vivienda cuya renta que no podía afrontar y disponiendo de sirvienta. Para cobrar herencias llegó a lamentar que su madre aún no hubiera muerto o que el tío de su mujer resistiera tanto su enfermedad.
Marx veía enemigos por todas partes. No soportaba que lo contradijesen y fácilmente convertía a antiguos amigos en adversarios, a quienes desprecia. Bauer, Proudhon, Bakunin, Kriege, Feuerbach, Weitling, Lassalle, Hess y Ruge son solo algunos ejemplos de esto. Annenkov afirmaba que Marx personificaba a un dictador. Estaba acostumbrado a hacer triunfar su opinión aun a costa de artimañas, maniobras e intrigas.
Con un doctorado y una tesis versada sobre las filosofías griegas, Marx era un neófito en temas económicos, lo cual trató de corregir devorando libros de prestigiosos economistas. Sin embargo, nunca asistió a una clase formal de economía y no aceptaba ideas contrarias a sus posiciones, de ahí los problemas que lo llevaron a enormes errores. Señaló incluso que la economía era una porquería. Estudió la economía capitalista del siglo XIX pensando ingenuamente que estaba en su último desarrollo. Escribió las bases de su teoría con solo 29 años, sin haber trabajado nunca y en realidad jamás trabajó, se dedicó únicamente a escribir y a participar de forma intermitente en actividades de carácter sindical.
La abolición de la propiedad privada fue su principal utopía y su más grave error. En un mundo sin propiedad privada no hay forma de crear incentivos para que las personas trabajen más, sean productivas y surjan emprendedores.
Su segundo error fue creer que el capital no ofrecía ningún valor, que solo el trabajo lo creaba. Su desconocimiento no le permitió percatarse del valor que producen los empresarios y directivos con su visión, actitud, capacidad para tomar riesgos y decisiones, detectar oportunidades y formular estrategias.
Pensaba que el trabajo solo era fuerza y no fue capaz de visualizar la importancia de los conocimientos y de la productividad de los trabajadores. Creyó que todos debían recibir el mismo sueldo y no se imaginó que los trabajadores podían mejorar su calidad de vida formándose y obteniendo mayores ingresos. Nunca sospechó que los trabajadores podrían convertirse con el tiempo en empresarios, al dirigir empresas y crear unas nuevas.
Propuso que el valor de una mercancía debía establecerse solo por la cantidad de trabajo requerido, sin tomar en cuenta la ley de la oferta y la demanda y su papel como regulador del comercio a través del precio. Su utopía no tomó en cuenta el valor del producto para quien lo usa, el riesgo de su producción, las inversiones necesarias y su financiación. Sus propias contradicciones, que él mismo advirtió, fueron quizás las causas de no haber publicado los libros II, III y IV del Capital.
Marx llamaba a la destrucción del Estado a la manera de los anarquistas, para crear una dictadura del proletariado a escala universal. Promovía la abolición de la moneda y señalaba que las leyes, la moral y la religión eran prejuicios de la sociedad burguesa. Afirmaba que toda situación provisional del Estado tras una revolución reclamaba una dictadura enérgica. Poco se puede agregar.
Creía necesario enfrentar a los poseedores con los trabajadores, cuerpo a cuerpo, utilizando el terrorismo revolucionario. Proponía armar al pueblo, criticaba los sueños constitucionales de algunos y amenazaba a los burgueses con ser colgados. Afirmaba que el proletariado destruiría por la violencia al antiguo régimen de producción. Proudhon le advirtió los riesgos de su revolución y temía que condujera a un baño de sangre, como efectivamente ocurrió.
Este es el Marx a que esta inútil y destructiva revolución bolivariana idolatra y quiere seguir. Si luego de lo dicho alguien cree que debe lanzarse junto al Gobierno por ese precipicio, por qué no se lanzan solos y nos dejan al resto vivir y trabajar en paz.
PhD.
jmnunezgorrin@gmail.com
Muy bueno este artículo, presenta los rasgos esenciales de una teoría, y una personalidad, autoritarias. Se puede complementar con las críticas que le hizo Bakunin, el anarquista y revolucionario ruso, militante y cofundador del movimiento comunista internacional: "Marx es un comunista autoritario y centralista"...
ResponderEliminarVer aquí sobre las controversias entre Marx y Bakunin:
http://www.google.com/search?sclient=psy&hl=es&site=&source=hp&q=Marx+vs.+Bakunin&btnG=Buscar+con+Google