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Juan Maragall: “El chavismo le asigna prioridad absoluta al control político”; por Hugo Prieto
El balance del sistema educativo que sigue a estas líneas es una campanada del deterioro y retroceso que, como país, hemos experimentado en los últimos 20 años. Menos alumnos yendo a clases. Una planta física insuficiente y deteriorada y un perfil académico del docente sin credenciales.
A partir de una experiencia de nueve años como ex director de Educación de la gobernación del Estado Miranda, Juan Maragall, educador por la UCAB, describe el movimiento en sentido opuesto a las agujas del reloj que hemos experimentado como país. “Hemos retrocedido 20 años” y advierte que, si no hay cambios, “no vamos a romper el círculo de la pobreza”. Cita al comisario Eliseo Guzmán, quien en una ocasión le dijo: “Juan, no creo que sea intencional, pero la oferta de este gobierno a la juventud se resume en tres palabras: Moto, pistola y misión”.
El chavismo no tiene a la educación entre sus prioridades. En 2000, se desactivaron los programas para evaluar el rendimiento escolar y las pruebas de ingreso y selección de los maestros. “Aquí un ministro de Educación no sabe cuál es el promedio en matemática y lenguaje de los alumnos de sexto grado, por ejemplo. Esa información no existe”.
Los criterios para seleccionar personal son de orden político partidista. Quien no comulgue con la revolución no entra a trabajar en el sistema educativo. “Hubo un momento en que en las zonas educativas colgaba un letrero que decía: Favor abstenerse egresados de las universidades autónomas y privadas”. Si trazamos una recta entre una cosa y la otra, tenemos el camino más corto para la destrucción de la carrera docente.
En los años 90, sectores vinculados a la educación plantearon una meta para el sistema escolar venezolano: 200 días de clase al año. ¿Cómo estamos con relación a ese desafío, a esa posibilidad?
Realmente ese planteamiento se hizo para abrir un debate, porque ningún país ha mejorado la calidad de su educación modificando los días de clase. El tema es más complejo y tiene varios componentes. Uno de ellos, por ejemplo, puede ser el uso del tiempo escolar, que no sólo tiene que ver con los días de clase, sino con las horas de clase al día y con lo que haces durante esas horas. Ese debate, que apuntaba a un concepto, fue interesante en ese momento, pero hubo un cambio de gobierno y prácticamente, en estos 20 años, no se habló más de la educación básica —que comprende a las personas entre tres y 17 años—.
La juventud ha sido el gran ausente en los planes del chavismo. Recientemente, a alguien del gobierno se le prendió el bombillo con el plan Chamba Juvenil, cuyo lanzamiento coincide con tiempos de campaña electoral ¿A qué atribuye usted la ausencia de debate?
Yo creo que hay que hacer una autocrítica. En Venezuela, incluso antes de la época chavista—, ya se estaba perdiendo la valoración de la educación básica. En nuestra legislación, el articulado de la educación superior siempre ha sido mayor que el de la educación básica y primaria. Quizás porque los niños no pueden hacer lobby ante nadie, ni tienen quien los represente. Desde el punto de vista presupuestario, reglamentario y de agenda, siempre ha habido una tendencia a que las universidades y los adultos ocupen todo el espacio educativo. Sin embargo, antes de 2000, en Venezuela veníamos creciendo como sistema educativo, hubo incluso una expansión en el número de escuelas, pero a partir de 2007-2008 empieza una contracción en el sistema de educación básica. Si revisas las cifras de la memoria y cuenta del Ministerio de Educación de los últimos 15 años, puedes constatar que la educación pública se ha contraído. De hecho, la educación privada atendía alrededor del 13% a principios de 2000 y ahora esa cifra es del 21%. Es una cosa que a uno no le cabe en la cabeza, en un gobierno que se dice de izquierda.
Esos datos contradicen a quienes afirman que ha habido una migración de la educación privada a la educación pública producto de la crisis económica. ¿Eso es verdad o es un simple argumento político?
Más que un argumento político, es una anticipación a lo que podría ocurrir. Pero de lo que nadie habla, y realmente es muy preocupante, es de la migración que hay de la educación pública a la calle. En marzo de este año hicimos un censo en las 520 escuelas de la gobernación de Miranda y constatamos que hemos perdido alrededor de 9% de nuestros alumnos. Esto es en la educación básica, porque en bachillerato la pérdida es de 13%. Si proyectas esas cifras a nivel nacional, podrían haber abandonado las aulas alrededor de 560.000 alumnos, en 2017. No tengo cifras de 2015 ó 2016, debido a que la memoria y cuenta no se la entregan a la Asamblea Nacional. No me atrevo a imaginar lo que realmente pasó allí.
De la escuela a la calle va un joven que no tiene herramientas de trabajo. Quizás atraído por la economía informal que se mueve en los barrios o incluso por las bandas delictivas que necesitan reclutar mano de obra barata. ¿De alumno a soldado de la delincuencia? ¿Esa es la migración?
No. Eso no es tan directo. Voy a ponerme un poco sociológico. ¿Cómo es el círculo de la pobreza? Tú naces pobre; vas a una escuela, en la cual la enseñanza es de baja calidad; sales de la escuela con pocas capacidades y habilidades; eso te lleva a tener un empleo precario, a tener bajos recursos y ahí se cierra el círculo de la pobreza. La meta de todo país —y Venezuela lo logró durante muchos años— es que tú rompes ese círculo de la pobreza. Naces pobre, pero vas a una escuela, cuya enseñanza es de buena calidad, que te da una educación mejor a la que tienen tus padres, sales con capacidades y habilidades nuevas, te consigues con un aparato productivo funcional, tienes un buen empleo y autonomía económica y rompes con la pobreza. Esa es la ruta que todos quisiéramos que cada venezolano recorriera. Entonces, cuando tienes niños y jóvenes que migran de la escuela a la calle, no te voy a decir que se van a la delincuencia, pero sí los condenas a un empleo precario y por tanto a la pobreza.
Mientras más se amplía el diámetro de la pobreza, más desigual es la sociedad. ¿Esa sería la representación?
Si pudiéramos mirar una fotografía aérea de Caracas, diría que un tramo de la autopista sería la representación de un muro que separa a Petare de La Urbina. En un sector tienes baja calidad de vida y pocas oportunidades y en otro sector tienes lo opuesto. La gente quisiera pasar de un lado a otro y la escuela pudiera ser la puerta que lo permita. Un país debería dedicarse a que esa puerta fuera lo más amplia posible. Pero hay otras puertas. Tú puedes pasar por la vía de la delincuencia, por la vía del azar o por la vía de las relaciones interpersonales, mejor si eres un enchufado.
Puedes pasar por los caminos verdes.
Entonces, cuando tienes a un número de venezolanos que migró de la escuela a la calle, les mermas las posibilidades —de forma muy importante—, pasar de un lado a otro.
¿Cuál es la evaluación que usted hace de la educación preescolar y básica?
Aquí puede ser útil citar tres elementos que distintos organismos, entre ellos la Unesco, utilizan para definir el Derecho a la Educación: acceso, calidad y equidad. Acceso, entras a la escuela a la edad que te corresponde y permanecer en ella. Hay un tema de calidad. Estás dentro de la escuela, pero tienes que comprender lo que lees, tienes que saber expresarte por escrito, desarrollar habilidades en matemática y lenguaje, tienes que hablar un segundo idioma. Es decir, tienes que aprender. Y la equidad, que refiere al hecho de que tu nivel de desempeño en la escuela no esté asociado a tu condición socioeconómica, porque si ciertos sectores no van a acceder, ni van a aprender en la escuela, entonces, sencillamente, no estás cumpliendo con la equidad. Yo creo que a Venezuela la tenemos que revisar en esos tres componentes. Lamentablemente, nos estamos contrayendo. Hoy tenemos menos alumnos en primer grado que hace 15 años, inscritos en las escuelas.
¿A pesar del crecimiento vegetativo de la población?
Absolutamente. Yo les pregunté a unos amigos demógrafos, ¿Esto es un fenómeno demográfico? No, la población está creciendo más lentamente, pero no ha parado de crecer. Es decir, hoy tenemos más niños en edad de estudiar primer grado, que hace 15 años. No estamos cumpliendo con el tema del acceso. Hay una estadística que es muy interesante. ¿Cuántas personas culminan el sexto grado o el bachillerato a la edad que debieran hacerlo? En Venezuela termina la primaria el 90%. De hecho estamos por encima del promedio latinoamericano, que se ubica alrededor del 80%. Pero en bachillerato llegamos al 28%, mientras que el promedio de la región está por encima del 45%. El país con mayor brecha entre quienes terminan la primaria y el bachillerato es Venezuela.
¿A qué le atribuye usted esa disparidad tan alarmante?
A nuestros liceos. Ahí tenemos varios problemas. Primero, no tenemos suficientes liceos. En Venezuela hay 28.000 escuelas, pero sólo puedes estudiar primaria en 18.000. Y bachillerato en 6.000 liceos. Es decir, tienes más de 12.000 escuelas, donde terminas 6to grado y no tienes como continuar. El venezolano de 11 años enfrenta una disyuntiva, que yo defino en un juego de palabras. Tú tienes que decidir si vas a abandonar tu comunidad para continuar con la escolaridad o vas a abandonar la escolaridad para quedarte en tu comunidad. Otro factor que influye es la pérdida de sentido de los liceos. Muchos de ellos, no todos, no puedes generalizar, se han convertido en espacios desagradables, donde el alumno siente que está perdiendo el tiempo. No tienes buenos profesores, ni buena dotación ni buena infraestructura. Ahí entra en juego el llamado costo de oportunidad. Si no voy al liceo y me empleo como colector de un autobús o de pico y pala en una obra, a lo mejor hago 50.000 bolívares en un día, pero si me quedo en la escuela, siento que no aprendo, me aburro y no gano nada.
¿No es pan para hoy y hambre para mañana?
Hay otros elementos de los que quiero hablar. Para empezar, Venezuela, prácticamente, es el único país de la región que no hace evaluaciones nacionales de calidad en educación. Tú le preguntas a un ministro de Educación de los últimos 20 años ¿Cuál es el promedio del rendimiento nacional en matemática en 6to grado? O ¿Cuántos alumnos de 3er grado no saben leer? Y no te puede responder. Ni siquiera tiene a quien preguntarle. Esa información no existe. No se hace seguimiento al rendimiento escolar en Venezuela. Tuvimos, hasta el año 2000, el Sistema Nacional de Evaluación (Sinea), que estaba empezando a aplicar pruebas en 3er grado, 6to grado y bachillerato. De hecho, fuimos uno de los países pioneros que estaba empezando a medir la calidad, pero el gobierno chavista borró eso. Reamente, no sabemos cómo está la calidad en las escuelas. Yo puedo hablar con propiedad, porque nosotros, en Miranda, aplicamos las pruebas PISA, que evalúan el desempeño de ciudadanos de un país, estado o municipio, que tengan 15 años de edad.
¿Y cuál fue el resultado de esas pruebas?
En esa evaluación PISA, ellos califican a los alumnos del uno al seis, siendo seis la calificación más alta. En Miranda el 80% de los alumnos estaba por debajo de tres. Para que te hagas una idea, en el promedio mundial, por debajo de tres, está el 12%. En Venezuela, no sabemos matemática. En lenguaje estamos algo mejor, pero nuestro nivel es bajísimo. Nosotros hicimos en Miranda una evaluación en matemática diseñada por la gobernación, en todas las escuelas —alrededor de 700—el promedio de notas del estado era 0,5 sobre 20 y el de lenguaje era 0,7 sobre 20. Hicimos una serie de trabajos y levantamos eso, en matemática subió a 10 y el de lenguaje a 13. Pero siguen siendo bajos.
Durante muchos años, en Venezuela había sólo dos liceos: el Andrés Bello y el Fermín Toro, los estudiantes de provincia que querían seguir sus estudios tenían que mudarse a Caracas. Eso se mantuvo así hasta la presidencia de Medina Angarita, quien empezó a romper ese esquema. Esa tendencia cristalizó en un gran avance con el sistema democrático, ¿cómo es que volvemos al pasado? Como resultado es dramático.
Es muy duro. Creo que en la visión que el chavismo tiene del país, nunca consideró a la educación básica como uno de sus pivotes para construir su proyecto. Su visión era otra. El comisario Eliseo Guzmán, quien fue director de la Policía de Miranda durante muchos años, un señor y digo la palabra señor con todas sus letras, me decía: Juan, no creo que sea intencional, pero la oferta de este gobierno a la juventud se resume en tres palabras: Moto, pistola y misión. El primero te da libertad de movimiento, el segundo te da poder y el tercero te conecta… con un ingreso adicional o con la posibilidad de decir yo consigo eso más barato. Pero la oferta de un país a sus jóvenes tiene que ser: Oportunidades, estudio, trabajo. Es decir, deben ser otras palabras.
Recientemente, la UCAB ofreció 100 becas para estudiantes que quieran estudiar Educación. Quizás porque esa carrera no atrae ni despierta curiosidad en los jóvenes. Una gota en un océano, porque los problemas del sistema educativo se van a resolver cuando la sociedad venezolana logre conjugar los tres factores que usted ha mencionado: ingreso, calidad y equidad.
La UCAB está haciendo lo que le toca como casa de estudios. El desinterés en la educación es un síntoma de una enfermedad que generó las políticas docentes en los últimos 20 años. ¿Por qué? Aquí hace 20 años que no se hacen concursos de ingreso y de hecho, en el mismo lapso, si querías entrar a la carrera docente, no podías ser egresado de una universidad privada o de una universidad autónoma. Tenías que ser egresado de universidades afectas al gobierno. Llegó haber, en las zonas educativas, carteles que decían abstenerse egresados de tales universidades. Si además de eso le recortas los presupuestos a las universidades autónomas y a los institutos pedagógicos y les pagas salario mínimo a los maestros, destruyes la carrera docente. Y eso es lo que estamos viviendo en este momento.
¿Usted cree que esto fue una decisión a conciencia? ¿Qué esto obedece a un plan? No lo digo como un grupo de señores que idearon <>. Lo digo como decisión política. La educación no interesa y por lo tanto entra en una fase inercial de decadencia y destrucción.
Yo creo que el chavismo le asigna prioridad absoluta al control político. Eso lo vivimos en la gobernación de Miranda. Por ejemplo, nosotros designamos a casi 1.000 directores de escuela por vía de concurso, les pides credenciales, les hace evaluaciones escritas, orales, de desempeño, entre otras, pero todas esas evaluaciones no tienen nada que ver con tu pensamiento político. Muchos de los directores que ascendimos, en nueve años de gestión, eran afectos del oficialismo. Y eso, digamos, ni sumó ni restó en el proceso. También ascendimos a mucha gente de oposición y a muchos que no manifestaban una posición política definida. Eso para el chavismo no es potable. No hay manera de que el chavismo ascienda a director de escuela a quien no tenga un pensamiento afín al de ellos. Si tú subyugas todas las decisiones al control político, eso termina suspendiendo los concursos de ingreso, los concursos de ascenso y finalmente designas los cargos por filiación político partidista.
La pobreza también puede ser una decisión política. ¿Quién decide cuánto gana un maestro o un médico? ¿Si es una idea tan primaria por qué no se rompe con eso?
Lo que pasa es que estamos hablando de un sistema. No es sólo una cuestión salarial, porque si tú multiplicaras por cinco el ingreso de un maestro no mejorarías la calidad del sistema educativo. Le estarías pagando cinco veces más a gente que a lo mejor no ingresó de forma adecuada. Entonces, tú tienes que mejorar los sistemas de ingreso y selección, los sistemas de formación y hacer una campaña de valoración social. Pero tienes que hacerlo todo a la vez, digamos, de forma simultánea. Yo el ejemplo que pongo es cuando cambias un caucho, tienes que poner las cuatro tuercas y empiezas a darle vuelta al tema del ingreso, pero también al tema de la selección y luego una vuelta al sistema de formación. Después tienes que mejorar los sistemas de escalafones y el reglamento. Pero tienes que tocar todos los elementos.
Si alguna vez el nombre de Venezuela estuvo ubicado en los niveles intermedios o incluso elevados dentro de América Latina, actualmente es sencillamente una vergüenza. Dimos una vuelta, pero al revés, una vuelta perversa. ¿Cuál sería la conclusión a la que usted llegaría alrededor de ese planteamiento?
A mí me gusta mucho decir que el futuro de un país es el presente de sus escuelas. En la medida en que esas escuelas sean mejores el futuro empieza a tomar algunas características. Y en la medida en que eso no sucede el futuro empieza a complicarse. En este momento, tenemos una situación muy difícil de enfrentar. Nosotros tenemos menos gente yendo a las escuelas, los que están tienen bajos niveles de calidad, los que van quedando son los menos pobres. Es decir, enfrentamos un futuro que va a ser muy exigente. Muy difícil. Vamos a tener que aprender a trabajar en equipo. Vamos a tener que buscar gente talentosa, gente preparada para ponerlos a trabajar con gente que no se pudo formar o que no pudo tener acceso a una cultura universal, para poder avanzar como país. El futuro es muy difícil, pero si asumimos la tarea como un desafío como sociedad, está situación pudiera empezar a revertirse en tres o cuatro años. Ahora, si las cosas siguen como están, no vamos a salir del círculo de la pobreza.
¿Qué va a pasar —o qué está pasando— con lo que ustedes hicieron en Miranda?
Primero tengo que decirte, luego de muchos años de experiencia, que los educadores tenemos plena conciencia que hay tiempos de sembrar y tiempos de cosechar. Nosotros sembramos durante nueve años, sembramos bien. Digamos, yo no tengo que hacerle reclamos a la historia. Lo que se hizo, se hizo. Muchos muchachos se graduaron con nosotros, muchas escuelas se construyeron, muchos niños se incorporaron a las escuelas, muchas personas elevaron su nivel académico. Eso es un hecho. Eso no lo puede cambiar nadie que venga. Esas personas son mejores que ayer. Sobre esa base tú puedes hacer una evaluación. Lamentamos mucho que nos hayan arrebatado el gobierno de Miranda de la forma en que lo hicieron, porque ya han dado algunas señales de que no se han tomado el tema educativo en serio. Al día de hoy (13 de los corrientes) aún no han nombrado al director de Educación. Dejaron de enviar la comida a las escuelas, algo que habíamos mantenido con muchísimos esfuerzos para garantizar la asistencia. Nos preocupa mucho el futuro que puedan tener los programas que nosotros desarrollamos, especialmente en el área de matemática y lenguaje. Así como el destino que tendrá la Escuela de Directores que era un centro de formación profesional. La única iniciativa que tomó el gobernador entrante fue subir los sueldos para homologarlos con los del Ministerio de Educación. Pero eso para mí es producto de una estrategia que empezó hace varios años (2015), nos estrangularon económicamente para pagarles poco a los maestros y decir ahora, te voy a pagar lo que te corresponde. Pero nuestros maestros siempre estuvieron mejor pagados que los del Ministerio de Educación. Sólo que el gobierno le negó a Miranda los recursos que le correspondían, de acuerdo a la Constitución y a las leyes.
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