Páginas

jueves, 22 de enero de 2015

ARGENTINA: "LOS CRÍMENES DE PERÓN"---(III)---22--01--15--


Durante el tercer gobierno de Perón (1973-1974)


FUENTE:http://es.wikipedia.org/wiki/Alianza_Anticomunista_Argentina

Luego de la asunción de la presidencia por Perón, el 12 de octubre de 1973, continuó 
la represión ilegal y los atentados por parte de fuerzas policiales y parapoliciales.
 Durante dicha presidencia existieron casos puntuales de represión y prohibiciones 
de libros. El primer atentado adjudicado a la Triple A tuvo lugar el 21 de 
noviembre de 1973, cuando se colocó una bomba en el auto del 



senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, quien durante la 
dictadura previa había actuado como defensor de presos políticos y, ya senador, 
había criticado con dureza el proyecto de Ley de Asociaciones 
Profesionalespresentado al Parlamento por el Poder Ejecutivo. El artefacto explotó e 
hirió en las piernas al senador, pero no logró matarlo; dos años más tarde repetirían el intento con otro artefacto explosivo sin lograr su objetivo.12
El 14 de octubre, fue asesinado Constantino Razzeti, bioquímico, dirigente de la 


Juventud  Peronista. En Santos Lugares, tras rociar con nafta el local fue incendiado
 el Ateneo Peronista  «Heroica Resistencia», en Avenida La Plata 3820, allí funcio­
naba el Consejo Superior de la JP  del Partido de 3 de febrero, algunos de cuyos 
militantes habían sido objeto de provocaciones, días antes, por el Comando de 
Organización dirigido en la zona por Susana Thompson. El 26,
 La Concentración Nacional Universitaria (CNU), el Comando Universitario Peronista 
de  Derecho (CUPDED), la Legión Revolucionaria Peronista, los Grupos de Acción 
Peronistas  (GAP), el Movimiento Universitario Nacional (MUN) y otras 
organizaciones derechistas llevaron a cabo un acto en el Aula Magna de la Facultad 
de Derecho que terminó con destrozos en las instalaciones. La reunión contó con la
 adhesión de la CGT y del Consejo Superior Provisorio de Justicialismo. Entre los 
asistentes se hallaban Alejandro Giovenco (acusado de haber participado en la 
matanza de Ezeiza), Juan Carlos Gómez (reconocido como asesino de la 
estudiante Filler en Mar del Plata en 1972 y funcionario policial), Jorge Rampoldi 
(miembro del  ex-Sindicato de Derecho), César Augusto (de la misma entidad), Raúl 
Padrés, Rodolfo Galloso y José Luis Núñez, de similares antecedentes. El decano 
Mario Kestelboim solicitó la  intervención policial, que se manifestó en la presencia 
del subcomisario Solano. El funcionario manifestó que no podía actuar sin consultar 
con sus superiores razón por la cual se retiró. 
Tampoco actuaron los automóviles ni el carro de asalto apostados en las  inmediaciones.12
En el mismo mes, la agencia oficial TELAM informó que en Tucumán las comisiones 
policiales antisubversivas habían sido integradas, también, por jóvenes peronistas, a
 quienes  se les proveyó de armas. Al mando de esas comisiones mixtas se encontraba el jefe de la policía tucumana, Héctor Luis García Rey.12
A fines de 1973, la Triple A difundió una «lista negra» de personalidades que «serán 
inmediatamente ejecutadas donde se las encuentre». En la lista se encontraban: 
militantes de  izquierda; Homero Cristali, alias J. Posadas; Hugo Bressano, 
 abogados Silvio Frondizi(hermano del ex presidente Arturo), Mario Hernández y 
Gustavo Roca. También incluía a los dirigentes Mario 
Roberto Santucho (dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores; los 
el profesor Rodolfo Puiggrós (ex-rector interventor de la Universidad de Buenos 
Aires), el  abogado Manuel Gaggero (director interino del diario El Mundo); Ernesto 
Giudice, miembro renunciante del Partido Comunista; el abogado Roberto Quieto
dirigente de Montoneros y Julio Troxler, ex-subjefe de Policía de la Provincia de 
Buenos Aires, cercano al Peronismo de Base. La nómina se completó con los 
coroneles Luis César Perlinger y Juan  Jaime Cesio, el obispo de La Rioja, 
monseñor Enrique Angelelli y el senador nacional Luis Carnevale.12
El 4 de enero de 1974, la Policía Federal allanó en Buenos Aires las librerías Fausto, 
Atlántida,  Rivero y Santa Fe, donde arrestó a los empleados por difundir libros.
 Algunos de los  libros prohibidos eran La boca de la ballena, de Héctor 
Lastra; Territorios, de Marcelo Pichón  Riviere; Sólo ángeles, de Enrique 
Medina y The Buenos Aires affaire, deManuel Puig. Todos los ejemplares encontrados fueron secuestrados.12
El 11 de mayo de 1974 el padre Carlos Mugica fue emboscado cuando se disponía a 



subir a su Renault 4 azul estacionado en la puerta de la iglesia de San Francisco 
Solano de Zelada  4771 en el barrio porteño de Villa Luro donde acababa de 
celebrar misa. Según testigos,  fue Rodolfo Eduardo Almirón, integrante  
jerarquizado de la triple A quien lo baleó con un  subfusil al abdomen y el tórax, lo 
que le produjo la muerte a los pocos minutos tras ser trasladado a un hospital
Según Miguel Bonasso, al conocerse la muerte, el dirigente peronista Arturo 
Sampay le dijo:
"El asesinato del padre Mugica es la respuesta de Perón al retiro de ustedes en la 
Plaza. Es una  operación maquiavélica destinada a que los militantes de la Tendencia
 se maten entre sí. Demasiado  inteligente para que se le haya ocurrido al animal de 
López Rega"14

FUENTE: 
:http://es.wikipedia.org/wiki/Alianza_Anticomunista_Argentina

OTRA LECTURA: 

Los grandes crimenes del Peronismo


LOS GRANDES CRIMENES (*)

El miedo del dictador
El miedo hace crueles a los déspotas.
Todo lo preparan para ser obedecidos y temidos, pero cuando sus arbitrariedades despiertan a los pueblos, no aciertan sino a dominarlos por el terror. Al tiempo que esto acontece, aquellos ya están atemorizados. No confían en la ley ni en los hombres, y tampoco en quienes los rodean. Saben que sólo se sostienen por la corrupción y la mentira, y que han de ser abandonados apenas estén en peligro. Llegados a este punto, no conciben otra defensa que la represión desproporcionada con la causa que los acobarda. Y así cometen los grandes crímenes.
No llegan a ellos de inmediato. Organizan previamente su sistema de intimidación individual y colectiva, disponen el espionaje, la delación, la formación de bandas armadas, la represión policial, las torturas. Retardan de tal modo la reacción del pueblo, pero a la vez contribuyen a hacerla más decidida. Cuando ésta estalla y comprueban el fracaso de sus métodos preventivos, se resuelven por los otros, los violentísimos, por el 2caiga quien caiga”, de triste recordación.
Nunca será olvidada la tremenda amenaza que el dictador Juan Domingo Perón hizo desde el balcón de la Casa de Gobierno el 31 de agosto de 1955. Sabía que su régimen estaba condenado y presentía el alzamiento triunfal de la ciudadanía. Los hechos del 11 y 16 de junio de ese año le habían dado clara noción del cambio operado en la opinión pública y dudaba acerca de la resolución que debía tomar. En abril de 1953 se había referido a la caída de Hipólito Yrigoyen. “Pero a mí –dijo entonces- no me va a pasar lo de Yrigoyen, porque me voy a ir un año antes de que me volteen.” Los graves acontecimientos producidos en junio le hicieron prever la posibilidad de una nueva e inminente rebelión armada. Pensó entonces en la renuncia, pero se resistía a la idea de abandonar el poder. Optó por simularla, y a ese efecto escribió la que en la mañana de ese 31 de agosto se hizo conocer al país. Sabido es que, como de costumbre, la CGT fue convocada de inmediato y que ésta dispuso, tras de la paralización de las actividades laborales, la reunión de los trabajadores en la plaza de Mayo a fin de requerir el retiro de aquella. En esas circunstancias el dictador, olvidado del tono sereno de su dimisión (1), que a nadie había engañado, incitó a las masas a matar no sólo a quienes intentaren alterar el orden sino a aquellos que conspirasen.
De fracasar la revolución del 16 de septiembre siguiente, barrios enteros de toda las ciudades argentinas se hubieran incendiado, y no cinco por cada uno de sus adictos hubieran muerto, sino millares, en “la más grande hoguera que haya encendido la humanidad hasta nuestros días” (2).
En 1955 el pueblo había perdido el miedo, quien entonces lo tenía, y tremendo, era el dictador.
El crimen premeditado no llegó a consumarse. Pero nuestra historia no olvidará algunos otros de su dictadura, cuya crónica pasamos a hacer.


SEGUIR LEYENDO AQUÍ:

Read more: http://lasegundatirania.blogspot.com/2009/12/los-grandes-crimenes-del-peronismo.html#ixzz3PYAhQXXN


CONTINUAREMOS EN LA PARTE (IV)



LOS GRANDES CRIMENES (*)

El miedo del dictador   
El miedo hace crueles a los déspot
EDICIÓN,TRANSCRIPCIÓN, IMÁGENES: LICENCIADO EN HISTORIA VÍCTOR MANUEL GRUBER DE FIGARELLI, UCV CARACAS, VENEZUELA, 1976





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tus comentarios aquí