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lunes, 24 de noviembre de 2014

COLOMBIA HOY: ¿NEGOCIACIÓN O GUERRA?

PRIMERA LECTURA DESDE EL PRICIPIO—AMÉRICO MARTÍN—EL TRAVESAÑO --- (EN TALCUAL—FIN DE SEMANA—22 Y 23 DE NOVIEMBRE DE 2014) – En sus memorias, Henry Kissinger, aquel bregador diplomático a quien le gustaba jugar solo en recuerdo de los enigmáticos cow boys del Far West, emanados del polvo y el desierto, repitió hasta el cansancio esta regla: “Cuando se trata de negociar hay que hacerlo desde una posición de fuerza. Y oigan nunca dar algo a cambio de nada” Sin leer a Kissinger y probablemente a muchos más, Pedro Antonio Marin o si lo prefieren, Manul Marulanda, debió guiarse por una regla parecida a esa cuando se vió obligado a negociar; primero con Virgilio Barco, después con César Gaviria y finalmente con Andrés Pastrana. Temía que quisieran repetir con sus poderosas FARC la agenda de las negociaciones que culminaron con la feliz desmovilización del M-19. ¿desarme, desmovilización a cambio de legalidad política? ¡Jamás ni nunca! Y ¿Saben por qué? Porque nadie garantizará más que nuestro dedo en el gatillo cualquier posible acuerdo. ¿por qué hablaba de ese modo? ¿Jactancia? ¿Miedo a que lo pisara un carro en alguna carrera de Bogotá? Temor a que los cachacos lo envolvieran en su dialéctica no dejaría de tener; pero lo determinante era otra cosa. Marulanda y no pocos del secretariado estaban más o menos seguros de que ganarían la guerra, tal como los sandinistas que Fidel en Cuba. ¿Si podía entrar al Palacio de Nariño con su toalla amarilla al cuello a qué perderse en diálogos interminables diseñados para pararle el trote? Como no podía negarse sin perder opinión nacional e internacional, lo utilizaría únicamente para ganar tiempo. Ni más. Ni menos. Fidel no confiaba en un desenlace tan optimista y además desde hacía tiempo quería anudar vínculos con los gobiernos colombianos, que eran los aliados más firmes de EEUU en la región. Es decir; la mejor estafeta para acercarse a los gringos llegado el caso. Probablemente el Departamento de Estado estaría al tanto y alentaba; a su turno, los mandatarios colombianos disfrutarían del inesperado regalo. Pero Marulanda nada, no daba su brazo a torcer. Cuando finalmente aceotó pidió la luna a cambio de nada…Y el presidente Pastrana le dio la luna a cambio de nada. Le despejó 42 mil Kn2 en San Vicente de Caguán, lo visitó, suspendió hostilidades. ---Le puse a Marulanda un papel en blanco para que escribiera todas sus exigencias y el papel siguió en blanco, comentará Pastrana para evidenciar la insinceridad de las FARC. ---Lo engañó a usted, presidente? …¿A mí? No a Colombia. Muchos se mofaron de la ingenuidad de Pastrana, y sin embargo hay un logro que nadie podrá rebatarlr. La derrota política de las FARC fue mundial. Ya no pudieron repetir que seguía en guerra porque la oligarquía padecía de una feroz intransigencia. Todo quedó claro: había gurra porque las FARC lo querían y nadie más. Los sondeos la castigaron con la impopularidad más desoladora. Tenían 20 mil hombres perfectamente armados y entrenados, disponían de la fortuna incalculable que le proporcionaban los secuestros, las vacunas, los asaltos, y sobre todo los estupefacientes. Pero olvídense del pueblo. Y esa carencia los perdió. La popularidad de Uribe se infló como la levadura. Su política fue fácil. Contra una fuerza sin apoyo popular, negada a dialogar y dedicada a actividades despreciables, lo procedente era enfrentarla a fuego limpio. Entonces a situación cambió. Las FARC, duramente golpeadas, entraron en una crisis de tal magnitud que los convenció de la imposibilidad de vencer. El sucesor de Marulanda lo reveló en forma palmaria: ---Volveremos a la formación guerrillera, declaró antes de ser abatido por una operación militar. Las guerrillas como tales no ganan guerras. Eso solo puede ocurrir cuando se desarrollan cual estructuras militares superiores y emprenden una lucha de posiciones, no de golpear y huir. Alfonso Cano lo dejó muy en claro. En consecuencia la negociación retornó a la mesa, pero esta vez aceptando el secretariado lo que rechazaba Marulanda prevalido de la fuerza que a la sazón ostentaba. En mi libro “La Violencia en Colombia” expuse que al gobierno le convenía porque la posición de fuerza era ahora suya, y a las FARC también porque su disyuntiva era morir o legalizarse…como años atrás enseñara el M-19. Lo qe nadie anticipó es que las FARC ya no obligan claramente ni a sus grupos armados. Las derrotas la han socavado. Grupos sueltos y aislados, adiestrados en operaciones de supervivencia hicieron de la muerte y el asalto un medio de vida al cual parece que no quieren ni pueden renunciar. ¿Cómo explicar ese secuestro, esa aviesa provocación en la víspera de una nueva reunión en la Habana? ¿Timochenko no puede amarrar a sus locos? Es obvio que no. ¿Entonces a quién representa en la mesa? ¿A sí mismo? El diálogo se ha suspendido, los cañones siguen tronando. Las FARC nacieron en 1961, rodeadas del afecto de muchos campesinos y la admiración de gobiernos revolucionarios del mundo. Hoy casi todos esos gobiernos han desaparecido o se han trasmutado. Hoy hasta Fidel descubre que la célebre organización ya ni siquiera le sirve para acercarse a Washington a través de Bogotá. Un general secuestrado parece que sin disparar su arma de reglamento, sepultará a la organización irregular más antigua y poderosa del continente. Agoniza el diálogo que le dio la victoria electoral a Santos. ¿resurgirá el que administre el fracaso de la violencia? La consagrada habilidad de las élites colombianas hbía construido laboriosamente esta operación. Un salto acrobático que se llevó el travesaño con el pie. AMÉRICO MARTÍN SEGUNDA LECTURA “DESAFÍO A LA PAZ” (EN EL PAIS, ESPAÑA, Y ENEL NUEVO PAÍS, CARACAS, VENEZUELA, VIERNES 21 DE NOVIEMBRE DE 2011) ---EL SECUESTRO DEL GENERAL RUBÉN ALZATE POR LAS FARC COLOMBIANAS, QUE HA INTERRUMPIDO LAS QUE PARECÍAN EXITOSAS NEGOCIACIONES DE PAZ, ES ANALIZADO EN ESTE “EDITORIAL” POR EL DIARIO MADRILEÑO “EL PAIS”--- El secuestro de un general colombiano y otras dos personas el pasado domingo a manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) muestra hasta qué punto es frágil el proceso de paz para acabar con el conflicto armado más antiguo de Latinoamérica. La decisión del presidente Juan Manuel Santos, de suspender las negociaciones de paz que desde noviembre de 2012 mantenían representantes de su Gobierno con líderes de las FARC en La Habana es la lógica consecuencia de una acción por parte de la guerrilla que quiebra la confianza depositada en las conversaciones no solo por el Gobierno de Bogotá sino por la inmensa mayoría de la sociedad colombiana. Es cierto que Gobierno y guerrilla nunca decretaron un alto al fuego bilateral durante todo este período. Para hacer avanzar el proceso, Santos siempre se ha guiado por esta máxima: “Hacer la guerra como si no hubiera negociaciones y negociar como si no hubiera guerra”. Pero lo que han hecho las FARC—o una de sus facciones—es retomar una práctica que ha supuesto una verdadera pesadilla para miles de familias colombianas y, además, sobre la que existe una orden expresa emitida en 2012 por la cúpula guerrillera de no volver a secuestrar a nadie con fines extorsivos. Días antes del secuestro del general Rubén Alzate y sus dos acompañantes, las FARC anunciaron que tenían en sus manos dos militares. La suspensión de las negociaciones de paz pone en perspectiva la importancia de la gira europea realizada recientemente por Santos. El presidente colombiano fue atacado mezquinamente por la oposición interna con la acusación de que las visitas a Madrid, Lisboa, Brusuelas, Berlín, París y Londres no eran otra cosa que una petición de fondos para Colombia. En realidad se trataba de solicitar el respaldo político y la implicación internacional para un histórico proceso que, como se acaba de demostrar, puede sufrir un revés en cualquier momento. Las FARC deben liberar inmediatamente a los militares secuestrados para permitir que los avances realizados en la Habana se plasmen en la firma de un tratado de paz. Europa, y España en particular, deben prestar todo el apoyo que solicite el Gobierno de Bogotá—que acaba de renovar la confianza de sus ciudadanos en las urnas—para hacer culminar el camino de la reconciliación en Colombia. TERCERA LECTURA: PLINIO APULEYO MENDOZA: ¿UN EJÉRCITO DE RODILLAS? ---TIENE Q UE VER CON LA GUERRA JURÍDICA ENCAMINADA A PONER DE RODILLAS A LAS FUERZAS ARMADAS DE COLOMBIA--- --- (EN LA VOZ, MIRANDA, VENEZUELA, MARTES 18 DE NOVIEMBRE DE 2014, P. 09) --- Recientemente se cumplieron los dos primeros años de los diálogos en la Habana entre las FARC y el Gobierno. La prensa reconoce que en esta larga búsqueda de una paz sostenible hace falta generar confianza en la ciudadanía. Supongo que para ello se ha lanzado a los cuatro vientos el máximo emblema de “Soy capaz” ¿Capaz de qué?, nos preguntamos muchos. ¿De aceptar lo inaceptable? De pronto. No, no se trata, como lo asegura la propaganda oficial, de elegir entre la paz y la guerra, sino de ver las atrevidas implicaciones que supone cada acuerdo. El otro día, escuchando a Fernando Londoño en la hora de la verdad, me sorprendió su análisis de las once nuevas instituciones convenidas con las FARC y dadas a concer recientemente. Los rótulos que llevan parecen inofensivos: un consejo para la reconciliación y la convivencia, veedurías ciudadanas y observatorios de transparencia, consejos territoriales, un sistema especial de alertas tempranas y otras más de similar perfil. Londoño nos muestra cómo terminan dibujando un nuevo orden institucional que va a darles a las FARC un… (retorno)…al poder a lo largo y ancho del país. A estas conquistas se suma la más grande que han logrado. Tiene que ver con la guerra jurídica encaminada a poner de rodillas a nustras fuerzas armadas. Pero el primer gran golpe dado contra ellas no lo dieron las FARC sino—quién iba a pensarlo—el acuerdo suscrito por el entonces ministro de Defensa, Camilo Ospina, y el Fiscal Mario Iguarán, acuerdo que puso fin al fuero militar. Se buscaba con ello dar en el exterior una imagen de transparencia, teniendo en cuenta la mala reputación difundida por conocidas ONG sobre la justicia militar en nuestros países. Nunca nade llegó a imaginar que los duros golpes dados a la guerrilla bajo el gobierno de Uribe iban a provocar que las FARC en marcha con inquietante éxito su guerra jurídica. Dentro de de este nuevo escenario, la Ley de Justicia y Paz, que concedía beneficios y penas alternativas a guerrilleros y “paras” a condición de que confesaran sus delitos y denunciaran a sus cómplices, iba a convertirse en la mejor arma para criminalizar al Ejército. En efecto por causa de los falsos testigos buscados y pagados por agentes de la subversión, los mejores y más exitosos militares en la lucha cntra la guerrilla fueron objeto de amañados procesos y abrumadoras condenas. Como bien lo escribe el coronel Hernán Mejía Gutiérrez, la imposición desprporcionada de prisión con penas de 40 o 60 años por operaciones militares, ignorando las pruebas y la doctrina de guerra, sumada al abandono institucional para su defensa, han minado definitivamente el espíritu y la moral de las tropas. Hoy día, muchos colombianos desconocen una pavorosa realidad: más de 15.000 militares permanecen detenidos en centros de reclusión por obra de una fiscalía parcializada que anula para ellos la presunción de inocencia y termina convirtiendo operaciones de guerra, que en cualquier parte del mundo son del resorte exclusivo de la justicia penal militar, en conductas violadoras del derecho internacional humanitario. Por cierto, las altas penas que se han impuesto a oficiales como Uscátegui, Del Río, Arias Cabrales, Plazas Vega, Mejía Gutiérrez y muchos otros más tienen como propósito ponerlas en pie de igualdad con las que se han dictado contra los comandantes guerrilleros, a fin de que en un proceso de justicia transicional militares y terroristas sean vistos como responsables de las mismas culpas y obtengan iguales beneficios. ¿De qué puede servirnos tener un ejército de rodillas cuando concluyan estos azarosos y secretos diálogos de la Habana, cuyo real desenlace desconocemos? PLINIO APULEYO MENDOZA EDICIÓN, TRANSCRIPCIÓN , IMÁGENES: LICENCIADO EN HISTORIA VÍCTOR MANUEL GRUBER DE FIGARELLI, UCV, CARACAS, VENEZUELA, 1976.

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