Chávez y el trueque
José Guerra
--(En:www.analitica.com)--
Miércoles, 26 de marzo de 2008
En su programa Aló Presidente del domingo 16 de marzo de 2007, el presidente Hugo Chávez volvió a insistir en la necesidad de crear las llamadas monedas comunitarias y relanzar el trueque como medio de intercambio. Se trata de una vieja idea que ha venido acariciando el presidente al menos desde junio 2006, cuando planteó en una alocución que un agricultor de Barlovento en el estado Miranda podría intercambiar plátanos por cachamas con un pescador del estado Bolívar, sin que tenga que recurrir al dinero para facilitar esa transacción. De nuevo reitera Chávez, esta vez con la idea de crear piezas monetarias llamados zambos que sustituirían o complementarían a las especies monetarias actualmente en circulación, en determinadas comunidades. De esta manera en Venezuela se vería una proliferación de monedas locales, a niveles de estados o municipios circulando conjuntamente con el bolívar fuerte. Según lo expuesto, con ello se ayudaría a bajar la inflación y terminar de liquidar al sistema capitalista.
Cuando se reflexiona seriamente acerca de ésta o alguna otra ocurrencia del Presidente de la República, la conclusión que se extrae es que pareciera que en determinados temas el presidente tiene una ignorancia supina o sencillamente no piensa con detenimiento algunas de las ideas que expone. Implantar un sistema de monedas comunitarias para facilitar el trueque equivale a regresar a una especie de economía cavernícola, donde los hombres primitivos asistían a su primer acto transaccional al mercadear un bien por otro. En el caso de Venezuela sería lo mismo que retornar a la etapa precolombina donde nuestras tribus transaban bienes ante la inexistencia de un medio eficiente de intercambio. Además, esto que el presidente Chávez denomina el zambo como pieza monetaria de circulación restringida a ciertas áreas, era el mismo sistema que en la época colonial e inclusive a comienzos de la República de Venezuela, existió en las haciendas, donde circulaban las fichas, con las cuales se les pagaba a los jornaleros y éstos podían adquirir exclusivamente los bienes producidos o vendidos en esas haciendas. ¿Esa es la visión de país que tiene Hugo Chávez en mente para Venezuela?. ¿Es esa la utopía socialista del siglo XXI?
Esta propuesta de las monedas comunitarias y el zambo se ha reactivado en momento en que el BCV está aplicando una reconversión monetaria con objetivos confusos pero que ya está implantada en todo el país. La puesta en circulación del zambo con el bolívar fuerte puede generar una confusión extraordinaria que termine complicando el intercambio en lugar de facilitarlo. Tal vez los conceptos medievales en asuntos económicos de los asesores del gobierno permitan la materialización del disparate que una nación en pleno siglo XXI, en la edad del Internet y las comunicaciones, opte por regresar a la edad de piedra. No obstante, quedarían sin resolver varios asuntos. En primer lugar, el emisor de la nueva moneda (el zambo), toda vez que la Constitución y la Ley del BCV le confiere al banco central el poder monetario en Venezuela. Habrá en entonces que producir un cambio en el Texto Constitucional para facultar al gobierno para emitir dinero y ello sería un verdadero peligro para la estabilidad monetaria de Venezuela. En segundo término, quedaría pendiente el respaldo de esa moneda, por cuanto en tiempos modernos ya el dinero no tiene el valor intrínseco de antaño, sino más bien su capacidad de compra se fundamenta en la confianza en el ente emisor, que a su vez depende, entre otros aspectos, en la fortaleza de la economía. En tercer lugar, el zambo sería un medio ineficiente para valorar los productos en tanto exista otra moneda. ¿Cuánto costaría, por ejemplo, un kilo de café? ¿Dos zambos o tres bolívares fuertes?
El trueque es un sistema de intercambio absolutamente inviable y costoso para la sociedad debido a que la realización de los actos transaccionales debe hacer coincidir el deseo de quien produce, digamos, una camisa pero no tiene carne con el de quien teniendo la carne no tiene la camisa. Cuando esto se generaliza a una economía se incurren en elevadísimos costos de transacción de un bien por otro. Estas dificultades las resolvió el dinero al actuar como medio de intercambio, que permite que el agricultor de los Andes no tenga que trasladarse al oriente con su carga de papas para adquirir pescado, toda vez que con el dinero él puede comprar cualquier bien que desee o necesite. Detrás de estas proposiciones sin sentido aparente no se esconde otra cosa que el fracaso de la política económica para controlar la inflación en la creencia de que hay que atacar el síntoma y no la causa del problema.
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