Manuel Malaver
La Razón / ND
La CELAC: la cumbre más cara del mundo
11 Diciembre, 2011
Si el presidente de México, Felipe Calderón, solo accedió a asistir a la CELAC después que Chávez le prometió que su gobierno le pagaría los 600 millones de dólares que le debe a la cementera CEMEX a raíz de su expropiación, Dilma Rousseff vino a asegurar que se iba a realizar el primer adelanto de PDVSA de unos 1500 millones de dólares que es la cuota que debe cancelar para el inicio de la refinería de Pernambuco (aparte de venderle 20 aviones EMBRAER) y Juan Manuel Santos puso como condición para garantizar su presencia en Caracas que se les pagara el saldo de 90 millones de dólares que le adeudaba CADIVI a los productores colombianos, entonces estamos afirmando que la reunión del último fin semana en Caracas, es la más cara de la historia de la cumbres y que, redondeando, bien pudo costarle al país algo así como 3500 millones de dólares.
opinan los foristas
Sin brizna de dudas, un auténtico récord mundial, ya que pienso que ni siquiera las cumbres del G-20 que se celebran en las grandes capitales del “Primer Mundo”, o las de la OMC que reúnen representantes de todos las naciones del planeta en su sede de Doha, Qatar, o las de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste de Asia), o las del APEC (Foro de Cooperación Asia-Pacífico), creo que han llegado a significar para sus miembros cifras tan gigantescas, más apropiadas para acometer proyecto de largo aliento en hidroelectricidad, construir plantas o centrales nucleares o gaso u oleoductos capaces de traspasar países o continentes.
Chávez, por el contrario, no se detuvo en dilapidar tamaña suma en una exposición de dos días donde no pudo pronunciar sus famosas peroratas contra el capitalismo y el imperialismo por la hetereogeneidad del grupo de invitados, y mucho menos concretar que la CELAC fuera algo más que un saludo a la bandera, una reunión social donde los presidentes invitados se limitaron a desearse “Felices Pascuas y Próspero Año Nuevo”
Para colmo, el fin de semana de la celebración de la cumbre de la CELAC en Caracas fue, en términos climáticos, de los peores que ha vivido la capital de Venezuela en los últimos 20 años, con vaguadas que, tal ocurrió el año pasado, volvieron a destruir viviendas, calles, edificios, y tramos de autopistas enteros, por lo cual, los invitados, y los que seguían dentro y fuera del país las incidencias de la cumbre, tuvieron que preguntarse si no hubiera sido más apropiado tener en Tesorería esos recursos para emplearlos en la reconstrucción de la ciudad.
Sin embargo, era evidente para los invitados, y para quienes seguían la cumbre por televisión o las redes sociales, que más que frente a un descuido, irresponsabilidad o improvisación, estaban ante un estilo de gobernar: el estrenado en Rusia en las primeras décadas del siglo pasado con la instauración del comunismo, y que consiste, no en preocuparse del bienestar, ni el progreso de la gente, sino en propaganda para decirle al mundo que el régimen esta fuerte y consolidado, y que, cualquier cosa podría pasar, menos que sus “beneficiarios” se rebelen contra sus gobernantes.
Es evidente que, en el caso de la cumbre de la CELAC (que también pudo llamarse del “Socialismo del Siglo XXI” o del presidente Chávez), lo más importante era decirle a Venezuela, Latinoamericana y al mundo, que el caudillo bolivariano goza de buena salud, que superó en 6 meses un cáncer de pelvis que le generó dos operaciones y cuatro sesiones de quimioterapia que tendrían todavía en cama al común de los mortales, pero que a él, el líder revolucionario, el sucesor de Lenin, Stalin, Mao y Fidel Castro, al héroe que nació con la misión de refundar el comunismo, y salvar a la humanidad, lo tienen como en su mejor momento, como si nada, y demostrando que “no le picó ni coquito”
Chávez, en efecto, y a diferencia de otras cumbres, no es que hablara mucho en la de la CELAC, no es que se perdiera en aquellas chácharas donde diserta sobre lo humano y lo divino, refunda repúblicas y declara la guerra a reinos e imperios, pero sí se exhibió lo suficiente, si quiso sembrar la idea de que continúa apto para gobernar y postularse como candidato oficialista en las elecciones presidenciales del 7 de octubre del 2012.
También que irrumpía el Chávez Comandante en Jefe de siempre, el que estuvo a punto de tomar a Honduras para reinstaurar en el poder a su compinche Manuel Zelaya, o el que movilizó durante 2 oportunidades batallones a la frontera para el invadir el territorio colombiano, o el que amenazó con mandar tropas a combatir a Bolivia si era derrocaban a su “hermano”, Evo Morales.
Pero, sobre todo, Chávez anunció que reiniciaba su papel activo en la política internacional asistiendo el fin de semana a la toma de posesión de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y agenciando, de regreso a Caracas, una reunión con el expresidente brasileño, Lula Da Silva, en el aeropuerto de Sao Paulo.
Se quedaron con los crespos hechos, Lula, Cristina y el propio Chávez, ya que el líder continental y mundial, tan pronto salió de la cumbre de la CELAC sintió las secuelas del esfuerzo, y fuera porque tuvo una baja o alza de tensión, un conato de ACV, o sencillamente estaba irrecuperablemente cansado… decidió quedarse en Caracas.
Como de costumbre, no le dijo la verdad al país, declarando que no viajaba porque no quería estar lejos de Venezuela en plena crisis de la situación de las lluvias, cuando ya ésta había pasado o estaba a punto de pasar, y que si ése era el pretexto, se justificaba cuando anunció que iría a Buenos Aires y Sao Paulo, y no ahora que había pasado.
En otras palabras: que Chávez no quiere admitir que está enfermo, que su dolencia no le augura un estado de salud que lo capacite para continuar en la presidencia de la República, y mucho menos, para ser candidato en las presidenciales de octubre del 2012, y debe, de una vez por todas, retirarse y abrirle paso a otra generación de líderes revolucionarios que cumpla la labor que dejó trunca.
No es nada fuera de lo común y se cuentan por centenares los jefes de Estado y de revolución que lo han hecho en disímiles oportunidades, pero las agujas del reloj biológico de Chávez hace tiempo que están en la hora “O”, y es evidente, que en un líder menos soberbio, y que no se hubiera hecho la ilusión que nacía para llevar a cabo mucho más de lo que pueden realizar los humanos, hace tiempo que habría renunciado.
Y por esa vía, ahorrarle sufrimientos a su familia, a sus seguidores, a sus amigos y así mismo, pues es preferible tomarse un retiro cuando se está en capacidad de elegirlo, y no cuando se lo imponen por una decisión de estado, o por el clamor de la voluntad popular expresada en las urnas.
Y en este orden, es bueno recordarle a Chávez que no hay demagogia que valga, gastos en cumbres como la CELAC o los regalos de electrodomésticos a hogares de menores recursos, o la construcción de casas para cambiarlas por votos, o la entrega de dinero líquido puro y simple. No, el pueblo no se engaña con marramucias y prefiere ver a su presidente en un retiro honroso, que un exilio deshonroso.
No son necesarios los estragos que se autoinflige Chávez para convencerse y convencer al país de que puede continuar en la presidencia, cuando en realidad sobran los venezolanos en el gobierno, en el PSUV y en los partidos de oposición que pueden hacerlo con más salud, solvencia e idoneidad que él: y sin estar expuesto a que se quede en el camino, por las razones que todos conocemos y que él se niega a admitir.
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