Chávez y Nietzsche
Alfredo Michelena
Martes, 2 de agosto de 2011
Desde Cuba el caudillo rojillo nos anunció su nuevo enfatuamiento con Federico Nietzsche. Seguramente fue su padre putativo, Fidel Castro, quien lo animó a leer al “padre del fascismo”.
Fueron los mismos fascistas quienes se adjudicaron este padrinazgo. Baste recordar una vieja foto oficial con la leyenda: “El Führer ante el busto del filósofo alemán cuyas ideas han fertilizado en dos grandes movimientos populares: el nacional socialismo de Alemania y el movimiento fascista de Italia”.
Sin meternos en una discusión filosófica baste decir que, el filosofo postulaba que las sociedades producían unos cuantos “hombres superiores destinados a mandar”, sobre las mayorías formadas por “hombres débiles”, frente a los cuales no debían mostrar consideración. Era un elitista y creía que “una buena y saludable aristocracia”, tenia el derecho de gobernar a las tontas mayorías, a cuales se podrían sacrificar, si fuese necesario; de allí el holocausto. No hay que ser muy avezado para entender el entusiasmo de los tiranos con el autor alemán.
Mucha de la crítica que viene del marxismo es que el capitalismo es anárquico por lo que el sistema termina produciendo irracionalidades como, superproducción, quiebra de empresas o pobreza. Por eso es necesario intervenir para dar racionalidad al sistema. Sabemos que así funciono la Unión Soviética y conocemos en que paró.
Yo creo que al final está la pretensión del ser humano de que no sólo la ciencia sino la historia, la sociedad, la economía, es decir todo, es manipulable, o mejor dicho controlable por el hombre. Entonces aparecen los que se creen “superhombres” que están por encima de la historia – o la muerte- y pretenden dominarla. En esto no se diferencian Stalin y Fidel de Hitler y Mussolini.
La idea de que hay que “interpretar a las masas” para guiarlas hacia su bienestar, que hay que tomar el poder para imponer desde allí lo que es mejor para todos, aunque ese “todos’ no lo entienda, es una perversión de la cual participan desde regímenes tecnócratas hasta los fascistas y comunistas. Y contra eso la única receta conocida es el desarrollo de la democracia y los límites que las sociedades ponen a la pretensiones de continuismo de sus lideres en el poder.
Al igual que Hitler, Chávez dice estar intentando crear el hombre nuevo socialista, no basado en la superioridad racial sino en la superioridad del socialismo. Pero al final esto no es más que una excusa para mantenerse en el poder y someter a las mayorías a sus caprichos.
alfredomichelena@gmail.com
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