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domingo, 16 de diciembre de 2012

ANTONIO GARCIA PONCE: EL MACHO DE LA ORCHILA--(COMENTADO POR ROBERTO LOVERA DE-SOLA--CARACAS,16--12--12--

Roberto Lovera De-Sola --(WWW.NOTICIERODIGITAL.COM)-- El macho de La Orchila 16 Diciembre, 2012 Creemos, para empezar, que podemos decir que este año que se está cerrando es el Año Pérez Jiménez dada la publicación de las novelas de Ana María Velazquez: Al azar del viento (Caracas: Funjdación de Estudios Literarios Lector Cómplice,2012. 230 p.) y la de Antonio García Ponce: El macho de las Orchila(Caracas: Editorial Libros Marcados,2012.313 p.), que estamos presentando esa mañana; los libros testimoniales: Oscar Zamora Conde: El edecán de Betancourt (Caracas: Editorial Libros Marcados,2012), de Claudia González Gamboa y Álvaro Pérez Betancourt y el de Oscar Centeno Lusinchi: Como se tumba a un dictador(Caracas: Editorial Libros Marcados,2012) y por la película documental de Carlos Oteiza(1951): Tiempos de dictadura. opinan los foristas A estos han antecedido en los años recientes las biografías de Carlos Alarico Gómez: Pérez Jiménez, el último dictador(Caracas: Los Libros de El Nacional, 2007. VI,231 p.) y la de Manuel Felipe Sierra: Marcos Pérez Jiménez(Caracas: El Nacional/Banco Caribe, 2009. 123 p.). A las cuales antecedió hace varias décadas el amplio estudio de Carlos Capriles Ayala: Pérez Jiménez y su tiempo(Caracas: Ediciones Dusa/Consorcio de Ediciones Capriles,1985-1987. 3 vols) este fue el primero en que se vio al dictador con ojos de historiador, como luego lo hicieron Carlos Alarico Gómez y Manuel Felipe Sierra. El novelista Debemos detenernos ante la figura del novelista. Antonio García Ponce(1929). Este ha sido a través de todas sus novelas un novelista histórico. En La ilusión del miedo perenne(1992), por Nadesca, la esposa suicida de José Stalin(1879-1953), en la cual novela un hecho de principios del siglo XX; en La insolencia de un olvido(1996), sobre un hecho íntimo sucedido en mismos años del gomezalato; en La espada tenaz de Vicencio Pérez Soto(1998 ), una forma de mirar al gomecismo a través de uno de sus protagonistas más destacados, el hombre de la consigna “¡Viva Gómez y adelante”!. Es García Ponce un escritor, un creador que siempre hurga en los hechos del pasado, alguien quien siempre sabe que la imagen de un período debe ser trazada lejos de los alabadores de quien está en el poder, y lejos, también, de los que lo sufrieron. Que la verdad de cada hombre, de cada mujer, o de cada período, debe buscarse en el justo medio, para ver así lo positivo que siempre hay en cualquier período, o lo digno de reprobación. El sabe que si se va solo hacia uno de los lados que describimos no se nos permite la comprensión de aquel suceder, de aquellos seres, de aquellos hechos. ¿Qué es este libro? Ya lo hemos señalado El macho de La Orchila es una novela histórica. Dentro del tejido de modo de recrear la realidad, iluminando la historia con la imaginación, una novela biográfica, por estar toda centrada en su personaje central, en la vida y acciones de su protagonista: Marcos Evangelista Pérez Jiménez, desde su nacimiento en Michelena, estado Táchira(Abril 25,1914), hasta su deceso en Alcobendas, lugar cercano a Madrid(septiembre 20,2001). En El Macho de la Orchila, el título nos parece exagerado, corresponde poco a la vida sexual del dictador, más que común. Sabemos, sin embargo, lo comercial que es tal mote. En ella dos amigos, cercanos a los sucesos y al personaje narran, y discuten, su vida. Y con ellos está Constance la íntima amiga de uno de ellos. La presencia de Constance es un hallazgo del novelista. A través de ella, amante del que es su íntimo amigo, deja claro que ningún hombre puede hacer algo sin la presencia estimulante de una mujer, estas deben ser siempre, para poder influir, como lo es ella, inteligente y bella. Y es a través de ella, Constance, que el narrador desarrolla lo que denominamos la teoría del amor, especialmente lo que llama las “uniones imperfectas”(p.47), que son prácticamente todas las se hayan bajo sol y sobre la tierra. El doctor Giocopini Zárraga Siempre aparece también la figura, siempre entrañable para nosotros, del doctor José Giacopini Zárraga(1915-2005), el primer historiador oral de Venezuela porque no llegó a escribir sino que habló siempre, quien fue además persona ligada a todo nuestro proceso político contemporáneo, al menos desde la muerte de Gómez, con momentos singulares al acercarse el 18 de Octubre de 1945 y más que prominente durante las conservaciones finales del régimen del maestro Rómulo Gallegos(1884-1969). Y siempre presente en nuestra escena pública como abogado y experto petrolero, alta figura en los años de la formación y primer desarrollo de Pdvsa. Era caraqueño de pura cepa, descendiente directo de una de las Nueve Musas, Manuela Josefa Jerez de Aristiguieta(1776) y del presidente(1877-1878 ) Francisco Linares Alcántara(1825-1878 ). Fue el doctor Giacopini Zárraga un hombre que nació y murió en su misma casa: el número 35 entre las esquinas de Cuartel Viejo y Pineda, en Altagracia, detrás del Palacio de Miraflores. El único cambio que hizo a su residencia fue comprar la casa de al lado para poner allí su magnífica biblioteca, en la cual tantas veces dialogamos sobre el pasado venezolano, que el doctor Giacopini conocía al dedillo. Fascinante era escucharlo describiendo las grandes campañas de la Revolución Libertador (1901-1903), sobre todo la batalla de La Victoria, la más larga peleada en Venezuela, la fundamental durante aquella guerra(octubre 13-noviembre 2,1902), veinte y nueve días, en la cual venció el gobierno, terminaron las guerras civiles y se extinguió el caudilismo, sobre todo en la batalla de Ciudad Bolívar(julio 21,1903) gracias a la espada del general Juan Vicente Gómez(1857-1935), Vicepresidente de la República aquel día. Otro de los más interesantes momentos que le escuchamos explicar fue todo lo sucedido del 1 de enero de 1958, estando él presente en Miraflores. Una vez lo hizo una noche en la casa de Carlos Capriles Ayala en el Country Club en sabroso contrapunteo de otro de nuestros grandes de la historia y de la política: Ramón J.Velásquez(1916). Fue tal aquel palique que todos los presentes, entre los que estaba un hijo del presidente Carlos Delgado Chalbaud(1909-1950), guardamos silencio escuchando las palabras de aquellos dos seres de excepción. El culmen de nuestra relación con Giacopini fue un fin de semana de 1994 en que fuimos ambos invitados a Coro, por sus primos los Zárraga, en el momento en que las casas históricas de la ciudad, construidas en el siglo XVIII, fueron declaradas Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco. Ese fin de semana prácticamente lo pasamos en sabrosos poliques sobre nuestra historia, siempre en presencia de nuestra destacada pianista Elizabeth Guerero, nuestra novia entonces. Los epígrafes El macho de La Orchila es novela también con constantes referencias literarias que dan marco el devenir que se cuenta, tal los epígrafes de todos sus capítulos, tomados de la novela de Francois Rebelais(c1494-1553), Gargantúa y Pantagruel(1532), novela del siglo XVI, considerada la primera novela europea por Milán Kundera, anterior un siglo al Quijote cervantino. La música Y tampoco falta la música en el desarrollo de El macho de La Orchila, su trama, dado que su autor es un melómano incorregible, de música clásica desde luego, como también lo es que escribe estas líneas, los momentos psicológicos más graves que nos narra este libro están marcados con pasajes de altísimas obras musicales, esas suenan en nuestro corazón cuando vemos sucederse el devenir de toda sociedad o los hechos de la vida del protagonista que el novelista nos cuenta. También se luce García Ponce al contar la vida cotidiana, al referirse a aquellos detalles nimios, que son los propios de la historia de la vida cotidiana, que corresponden a la pequeña historia, que muchas veces son más importantes que los de la llamada gran historia. Además, quien lea El macho de la Orchila aprenderá mucho, con exactitud, de la trama de nuestra historia, de hecho el libro es una gran lección sobre un período, largo, de nuestro pasado. Hay momentos deliciosos, muy bien tramados, en El macho de La Orchila. Entre los varios que se podrían elegir, tomamos el momento en traza la semblanzas de sus dos queridos amigos, “Los dos hombres de las cuatro eles”: Luis Luksic(1911-1988 ) y León Levy(1929), hombres de letras y arte ambos. ¿Cómo era Marcos Evangelista? Es por lo advertido que en muy buena parte El macho de La Orchila, es novela centrada en su personaje central, cuyos rasgos psicológicos están exactamente bien trazados, desde la primeras líneas del libro. Especialmente desde cuando leemos: “Yo soy un general muy arduo”(p.7). Sigue el comentario de quien escribe que acota:“Era sincero al decir aquello como lo dijo. Allí estaba encerrado su modo de ser: la simpleza del montañés rústico, el ansia del ambicioso y los modales metálicos del soldado”(p.7) Pero era también “vivaz e inteligente”(p.20) y muy estudioso desde niño; “Mi General era un auténtico soldado, no un político, pero si un organizador, una mente ordenada, una voluntad dispuesta a construir, a edificar, a impulsar planes y proyectos en beneficio del arma y del país, alguien alejado del bochinche y la fanfarria”(p.31), aunque “privó en él su cortedad, su poquedad…hasta su cobardía”(p.97), “Mi General no era un político ni de oficio ni de vocación; lo de él era el ejército”(p.97). Los que mejor lo conocieron Las dos personas que mejor conocieron a Pérez Jiménez fueron Laureano Vallenilla Lanz(1911-1973) y José Gacopini Zárraga. El segundo apellido de Laureanito, como le decían sus amigos y sus íntimos, era Planchart. Pero él solo usaba los dos de su padre, el gran historiador y pensador Laureano Vallenilla Lanz(1870-1936), el autor de la tesis del “gendarme necesario”. A Vallenilla Planchart, como los llamaremos en adelante, fue, como ya lo hemos indicado, de las personas que, después de Giacopini, mejor conocieron a Pérez Jiménez. Vallenilla decía que “lo tenía como un ser tímido, reservado, reflexivo, que solo se exaltaba y rompía a hablar hasta por los codos cuando en petit comité explicaba sus proyectos”(p.167). Es por ello que uno de los mejores libros sobre ese régimen es el libro de Vallenilla Planchart: Escrito de memoria (Versalles: Editorial Land Grandemange, 1961. 478 p.). El segundo, que pocos han leído pese a su importancia, es La cola del huracán(Madrid: Coculsa,1968.646 p.), de Víctor Manuel Rivas(1909-1965), diplomático, memorialista y dramaturgo. Para Rivas “la cola del huracán” fue el 18 de Octubre de 1945 y sus consecuencias en la vida venezolana. Las realizaciones del hombre Fue Pérez Jiménez, ya en el poder, llamado el hombre del cemento armado y quien produjo el gran cambio físico en el país. De hecho las transformación moderna de Caracas se hizo bajo su régimen, esta la encabezó Y realizó el Gobernador del Distrito Federal, el comandante Guillermo Pacanins Acevedo(1909-1992). Pérez Jiménez se formó en nuestra Escuela Militar, que esos tiempos estaba en Maracay, bien vigilada por el Benemérito. Y luego tuvo la oportunidad de estudios superiores militares en el exterior, en su caso en Perú, en la Escuela Militar de Chorillos. Pudo ver mundo y pudo darse cuenta del papel que los ejércitos estaban tomando en la vida hispanoamericana, para mal de nuestras democracias, pero eso fue así. Esto lo decimos porque una de las grandes tragedias contemporáneas de Venezuela fue el hecho de que no lograran entenderse los dos modernizadores: Pérez Jiménez y Rómulo Betancourt(1908-1981), estos habían empezado su camino bajo el árbol de la democracia medinista, juntos fueron los jefes de la conspiración y del gobierno iniciado tras los hechos del 18 de octubre de 1945 que se rompió el 24 de noviembre de 1948. Creemos que el principal responsable de esto fue el propio Betancourt al no incluir a Pérez Jiménez entre los miembros de la Junta Revolucionaria de Gobierno, juramentada la noche del 19 de octubre 1945, siendo él quien había encabezado a los militares en la insurgencia y siendo el hombre que se acercó a hacer el planteamiento del cambio a los líderes de Acción Democrática, Betancourt el primero de ellos. Grave error fue no llamar a Pérez Jiménez, las explicaciones de Rómulo, en su libro Venezuela: política y petróleo(México: Fondo de Cultura Econímica,1956. 887 p.) no nos han convencido, esto empujó a Pérez Jiménez a la conspiración. Fue Pérez Jiménez quien trazó su proyecto de acción, bien delineado por García Ponce en su libro. Era un plan modernizador, castrense desde luego. Por ello leemos aquí: “Para empezar era necesario ensayar mecanismos de coincidencia entre los más jóvenes, podar el cuerpo del lastre de los cachivaches que aun mangonean en los cuarteles. Había que poner en el tapete el mejoramiento de las condiciones materiales de existencia y de labor quebrantadas, un tanto y un mucho, por las nuevas relaciones más abiertas, pero más duras, en que se desenvolvía la carrera de las armas, campos en que estaban influyendo ejerciendo una influencia dispar, según los entendidos la nueva economía petrolera y la II Guerra Mundial. Y había que tomar en cuenta los llamados que abogaban por elevar los conocimientos en la esfera de la tecnología, y de la maquinaria bélica. Mi General se dedicó a conversar sobre tales tópicos en las horas de sobremesa…Vino un apoyo, después otro”(p.35). Muy pronto se le vio con lo que significaba. Giacopini, ya su amigo, aunque aun se trataban de usted, “le decía que lo consideraba a él, más que a ningún otro oficial joven, el mejor preparado para manejar recursos humanos y materiales con criterio de eficiencia y economía en situación de presión, y saber definir los objetivos a lograr, jerarquizarlos y agenciar medios y materiales para su obtención, a través del camino más adecuado y con el menor riesgo de fracaso”(p.43-44). Fue así aventurándose en el sendero de la política, al encontrar primero a Giocopini y después a Vallenilla Planchart(p.85) Los saltos históricos Fue a Giacopini a quien escuchó Pérez Jiménez su teoría de los saltos históricos en nuestra historia. Pensaba el abogado que estos producían en nuestro país cada 40 años. Giacopini le decía en sus paliques: “Cada 35 o 40 años se produce un cambio total en que una generación de dirigentes desaparece, y se lleva consigo el ruedo político que ella creó y dentro del cual se desenvolvió, y es reemplazada por otra generación de dirigentes más jóvenes, con destino histórico, con vocación de poder y que va a crear su propio modelo político”(p.43). Eso fue lo que se presentó en el año 1945. Y había sido evidente antes cuando se agotaron las fuerzas del paecismo, no exactamente en 1847 cuando la presidencia de Soublette sino en 1861 cunado ya la Guerra Federal(1859-1863) había comenzado; las del guzmancismo en 1910, cuando ya Gómez mandaba; las de gomecismo terminaron en 1945, pese a la singularidad de los gobiernos de López Contreras y Medina Angarita y las de la democracia de 1958 o República Civil, pese a sus grandes logros, en 1998. Sólo que al llegar a este fecha no hubo gente preparada para encarnar la nueva situación. Y ya sabemos lo que ha sucedido. No hemos tenido una elite que comprenda el presente y mire al futuro sino un líder anacrónico que solo mira al pasado. El por qué de la conspiración La crisis que terminó en el levantamiento de 1945, comenzó con el malestar militar, cuando los oficiales pensaban: “Son miserables nuestros sueldos…El presidente se olvida de su ejército”(p.36). Es entonces que surge el proyecto del golpe(p.49). Su cabecilla militar fue Pérez Jimémez. Del lado civil Rómulo Betancourt(p.74). Antes hubo el intento, cuando ya las conversaciones con los militares marchaban, en el que participó Acción Democrática de apoyar a Diógenes Escalante(1879-1964), pero en aquella hora se hicieron presentes los hados de la historia. Así llegamos, semanas después de la enfermedad del doctor Escalante, al 18 de octubre de 1945. Y una nueva generación llegó al poder. Era una generación nueva, ninguno, recalca García Ponce, había nacido en el siglo XIX(p.57-58 ). Constituían una nueva generación política. La Generación de 1928 y los oficiales de nuestra primera Escuela Militar profesional tomaron al poder. Aquel proceso, iniciado la noche del 19 de octubre, con tantas realizaciones ciudadanas pero con fallas centradas en la hegemonía de AD hizo crisis y terminó el 24 de noviembre de 1948, golpe del cual se cumplen hoy 64 años. Los civiles fueron expulsados y los militares tomaron el poder. Ese día(p.106) Pérez Jimenez fue nombrado copresidente de la República y Ministro de la Defensa. Tuvo así en “una mano la ley y en la otra el sable”(p.101). El 13 de noviembre de 1950, a los dos años fue asesinado el presidente Carlos Delgado Chabaud(1909-1950), suceso lamentable que privó a Venezuela de una de las grandes figuras de su vida contemporánea. Tiene razón García Ponce al escribir sobre el magnicidio, el único sucedido en nuestra historia, todo investigador y todo sabueso policial, “orientan sus investigaciones, en esos casos, hacia la persona que se beneficia con el crimen”(p.109). Y hubo solo uno: Pérez Jiménez. Su responsabilidad es más que central, pese a todas sus declaraciones exculpatorias. Era imposible, estando en el lugar que estaba, que no se hubiera enterado, con todo pormenor, de esta conspiración con anterioridad. Hecho fraguado desde las alturas del poder. En 1952 fue el fraude electoral en las elecciones del 30 de noviembre, estas las ganó la oposición y los venezolanos comprendieron el valor del voto, pese a lo sucedido horas después, cuando se impuso el fraude. Fue entonces cuando se divulgó la teoría de “El Nuevo Ideal Nacional”, concebida Vallenilla Planchart, sintiendo seguramente que volvía escribir, dos generaciones más allá, la tesis del “gendarme necesario” que había concebido su padre don Laureano para Gómez. Era la justificación de un régimen autocrático con elementos modernizadores. La caída La crisis final se fue agravando desde el año 1957. El mismo del Plesbicito. Aquí trascribe García Ponce un examen de la situación hecho por el doctor Giacopini en diálogo con Tomás Enrque Carrillo Batalla. Eso fue dicho, días después no solo de la crisis del 1 de enero de 1958, sino tras la salida de Vallenilla Planchart y Pedro Estrada(1906-1989), cuando formó su último gabinete, el 10 de enero, en el cual Giacopini fue nombrado Ministro de Hacienda. Ante Pérez Jiménez hizo el zamarro político, el hombre a quien nada se le escapaba, esta síntesis, que tiempo después le contó a Carrillo Batalla: “En dos platos, ante usted, le dije, se perfila un panorama diferente por completo del que enfrentó Rómulo Gallegos. Mientras en aquella ocasión el gobierno se enfrentaba a una institución armada sólida y unida y la oposición estaba desarticulada y en función desestabilizadora, ahora el componente militar está peligrosamente erosionado y la oposición da muestras de unirse y expandirse. ¿Corolario? Hay que jugar a la política. Ud., Presidente, debe rodearse de un equipo de personalidades que lo asesoren. Yo, incluso, puedo buscar algún encuentro con Jóvito[Villalba], y con Rómulo[Betancourt], o con [Rafael]Caldera. Allí en Nueva York está el doctor Carrillo Batalla, y te nombré a ti, Tomás Enrique, que es un hábil negociador. Hay que tender puentes con la iglesia, es urgentísimo. El Presidente me oyó, no dijo nada, pero me sentí autorizado para ir a hablar con el arzobispo[Rafael Arias Blanco], quien recibió de buena manera la intención de mi mensaje. Creo que las esperanzas de un cambio empezó a desvanecerse justo al regreso a [mi]casa, me encontré con ese ambiente propicio a ser confianzudo en vez de ser veraz, y tapar los problemas con abrazos y frases de empalago. Paladeando la clásica champaña, varios generales brindaban por mi cargo…Por el contrario la marcha de la erosión continuaba. La primera reunión de gabinete fue el día 13”(p.248 ). Le quedaban ese día a Pérez Jiménez apenas diez días en la Silla presidencial. Desde luego, Pérez Jiménez escuchó a Giacopini pero no tomó en cuenta sus observaciones, en aquella hora tan grave. Estaba tan de lado al sucederse a como, meses antes, lo había encontrado Víctor Manuel Rivas, diplomático venezolano de carrera, estaba entonces en las Naciones Unidas, cuando vino a visitarlo en uno de sus viajes a Caracas, el encuentro está referido en La cola del huracán. Pérez Jiménez como se lee en El macho de La Orchila “estaba obnubilado”(p.250), así mismo lo había encontrado Víctor Manuel Rivas meses antes. Cuando Pérez Jimémez dejó el poder, casi rayando el alba del 23 de enero de 1958, aunque en los medios cercanos al gobierno ya hacia las 9 de esa noche se decía “el general se va”. Tenía 43 años aquel día. Y viviría otros 43 años desterrado. El íntimo No podía dejar Garcia Ponce de referirse al Pérez Jiménez íntimo. El título de su libro nos inclina a eso. Pero no fue Pérez Jiménez excesivamente mujeriego ni hombre de escándalos sexuales, ni nunca abandonó su familia. Tuvo, como toda persona, hombre o mujer, expansiones sexuales, siempre aplaudidas por unos y apoyado por sus edecanes, aquellos que esperaban en las puertas de la casa de Fortunato Herrera, en La Florida, tras sus ratos de íntimidad con algunas de sus amigas. Se lee en esta novela: “La apetencia sexual a satisfacer tenía que figurar en primer término. Ni bebía ni fumaba, y había dicho en varias oportunidades: ‘No se me puede obligar, a mi edad, a vivir como un monje”(p.176). Recuérdese que tenía 38 años en 1952, cuando se sentó, ahora si, él solo, en la Silla Presidencial. Entre lo que hizo siempre se mencionó sus pasos por la isla de La Orchila, popularizado tras su caída por Dominguito, Gabriel Bracho Montiel(1903-1974), uno de sus adversarios. Existieron, fueron reales, pero no como se contó, sobre todo en 1958 cuando ya el hombre no estaba en el poder. Sobre su vida íntima se sabe hoy, y García Ponce lo registra: en su único matrimonio Pérez Jiménez casó con Flor Chalbaud (febrero 3, 1945). La pareja tuvo cuatro hijas. El expresidentes estaba aun casado con ella cuando desapareció. Tuvo Pérez Jiménez varios hijos naturales. Durante sus estudios en el Perú, aun soltero, a Nelly Pérez Cava. Siendo Presidente a su único varón, también natural, Marcos Rolando Carías, ya fallecido. De esa época data el romance con otra mujer llamada Eda, de quien se dice tuvo a otra hija: Marlene(p.118 ). Caído del poder, viviendo en Miami, tuvo otra hija con Marita Lorenz. Como se ve es poco si se comparan con los otros datos de la vida íntima de los grandes venezolanos: las más de doscientas mujeres con las que estuvo el Precursor, quien lo repite en su Diario más de una vez: “Me la chapé y se fue muy contenta”. O las decenas de hijos naturales de Cipriano Castro o los 84 hijos del general Gómez. Pero pesquisar esto no se siempre fácil por los velos que lo tapan. Casi nadie lo cuenta. En Venezuela no ha habido nunca un historiador, como uno del período del presidente John Kennedy(1917-1963), quien escribió que además de sus 1000 días en el poder había que escribir la historia de las 1000 noches de su años en la Casablanca, entre sus amores extramaritales brilló siempre la figura de Marilyn Monroe(1926-1962). Pese a la bella esposa e inteligente mujer que era su esposa Jacquline Bouvier. Teoría del amor Tambien se haya expresado aquí en El macho de La Orchila toda una teoría del amor, aquella idea de que todas las relaciones íntimas entre hombre y mujeres, incluso los matrimonios son “uniones imperfectas”(p.47), lo cual es la pura verdad, clarísima. Tambien se indica en este libro: las varias clases de amor que existen para su autor: “amor del alma…Hay un amor fósil…Y hay amor que nace de la pasión erótica, es solo erotismo, estalla a causa de una atracción física arrasadora”(p.273). Podría haber una cuarta forma, la desgajamos de la tercera que aquí se lee, “[viene] de un detonante tan poderoso como el poder, la fama, la gloria…[porque] es el poder el formidable imán”(p.273) (Trabajo leído en “La tertulia de los sábados”, Fundación Francisco Herrera Luque, en su sesión del sábado 24 de noviembre de 2012, en la presentación de la novela de Antonio García Ponce: El macho de La Orchila, en la cual participó, además del autor del libro el periodista Oscar Yánez).